jueves, 17 de septiembre de 2015

El triste reinado de Carlos II “El hechizado”

Tal día como hoy 17 de septiembre de 1665 Carlos II es nombrado rey de España, tras la muerte de su padre Felipe IV. 

Carlos II, fue llamado “el Hechizado” por atribuir su lamentable estado físico a la brujería, aunque al parecer era debido a los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real, creciendo raquítico, enfermizo, estéril y de corta inteligencia, lo que acarreó un grave conflicto sucesorio, al morir sin descendencia.

Cuando su padre falleció, tenia 4 años, quedando como regente su madre Mariana de Austria, con una Junta de Regencia, pero la reina requirió el apoyo de su confesor, el jesuita Juan Everardo Nithard, que llegó a ser casi la única persona del que fiaba y con su ascenso, despertó grandes odios políticos y religiosos, pues llegó a Inquisidor General, la cima de la institución eclesiástica.

La nobleza, rechazó su encumbramiento al considerarlo un advenedizo sin méritos y los dominicos, se sintieron heridos en su orgullo, aunque Nithard no tuvo tanta influencia como se ha pensado y despertó más oposición por su baja estirpe y su condición de extranjero, siendo un hombre más bien mediocre, hasta acabar siendo expulsado para calmar la situación política.

Carlos II, educado por teólogos y sin conocimientos políticos se casó en 1679 con María Luisa de Orleans, sobrina de Luis XIV de Francia, la cual al año, seguía tan virgen como cuando vino, pues ni se consumó el matrimonio ni, por supuesto, quedó embarazada, aunque  llegó a sentir afecto hacia Carlos, y este por su parte, la amaba tiernamente y cuando murió en 1689, quedó en una profunda depresión.

Aunque en los últimos años de su reinado el Rey decidió gobernar personalmente, su manifiesta incapacidad puso el ejercicio del poder en manos de su esposa, la nueva reina Mariana de Neoburgo, aconsejada por el arzobispo de Toledo,

El rey hizo testamento en octubre de 1700, en favor de Felipe, nieto de Luis XIV de Francia, aunque su esposa Mariana, apoyaba las pretensiones de su sobrino, el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador Leopoldo I.

Carlos falleció en noviembre de 1700, a los 38 años, aunque aparentaba mayor edad y según el médico forense, el cadáver “no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua”.

Es casi seguro que padeció el “Síndrome de Klinefelter”, enfermedad genética que consiste en una alteración cromosómica, con una baja función testicular, genitales pequeños, testículos atrofiados y falta de formación de espermatozoides e incluso estrechamiento de los pequeños tubos que se hallan dentro de los testículos

Cuando la noticia del fallecimiento llegó a Versalles, el ya Felipe V de España, partió hacia Madrid, a donde llegó en enero de 1701, mientras aumentaba la tensión entre Francia y España y el resto de potencias europeas, que recelaban del poder de los Borbones, por lo que en septiembre  de ese año, Inglaterra, las Provincias Unidas y Austria firmaron el Tratado de La Haya y en mayo de 1702, todos ellos les declaraban la guerra.

Acababa de comenzar la Guerra de Sucesión Española.


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