martes, 8 de septiembre de 2015

Isaac Peral, historia breve de un genio víctima de la envidia.

Tal día como hoy 8 de septiembre de 1888, Isaac Peral bota el primer submarino operativo del mundo

Peral fue un marino, militar y científico español, que inventó el torpedero submarino conocido como “el Submarino de Peral”.

En 1885 informó a sus superiores que había resuelto el problema de la navegación submarina, al realizar un buque sumergible para defensa de las costas y trasladado el proyecto al ministro de Marina, este lo recibió con entusiasmo, aunque los sucesivos ministros demostraron indiferencia e incluso hostilidad hacia él.

El casco del sumergible era de acero, con tanques de estabilización y bombas que achicaban el agua y un tubo lanzatorpedos a proa que se cargaba desde el interior, cosa que no volvería a verse hasta los submarinos norteamericanos de la Primera Guerra Mundial.

Con el apoyo de la reina María Cristina, el submarino con una profundidad de inmersión de 30 metros y una autonomía de 511 kilómetros, fue botado el 8 de septiembre de 1888 con éxito total, pese a lo cual las autoridades de Marina desecharon el invento e iniciaron una campaña de desprestigio contra el inventor, que solicitó su baja en la Marina.

En noviembre de 1913 se ordenó su desguace - que por suerte no llegó a realizarse - y el submarino quedó en el Arsenal de Cádiz, hasta 1929, en que fue trasladado a Cartagena para su restauración

Isaac Peral adquirió para su buque la última tecnología de su época más su propia inventiva, siendo su mayor logro el “aparato de profundidades” que permitía que el sumergible bajase a la profundidad deseada de forma automática, ingenio que varios países le ofrecieron comprar aunque Peral siempre se negó a ello pues – según decía -“pertenecía a todos los españoles”.

Un purificador de aire, permitía que su tripulación de 12 hombres pudiese respirar más de 50 horas, contando en su torre con visión indirecta mediante un prisma, que proyectaba el exterior sobre una mesa para calcular así el disparo de los torpedos.

Por último, el submarino disponía de “jardín”, como en la Armada se denomina al retrete - cosa impensable en la época - y tras su abandono, sus baterías fueron continuadas por el ingeniero belga Tudor, siendo estas las que a la postre hicieron navegar a los submarinos en el mundo.

Tal como ya es tradicional en nuestra tierra para genios y precursores, Isaac Peral murió criticado, amargado y desprestigiado.

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