viernes, 4 de diciembre de 2020

El cardenal Richelieu

 

Tal al día como hoy 4 de diciembre de 1642 murió en París Arman d-Jean du Plessis, más conocido en la historia como cardenal Richelieu o ‘la Eminencia Roja’,. Aunque es recordado en la memoria popular como el antagonista principal de Los tres mosqueteros, novela de aventuras de Alejandro Dumas, fue un gran estadista y probablemente la persona más influyente de toda Francia, responsable del devenir del país durante sus años de vida y posteriormente.

Hijo del dirigente local de Poitou, era el cuarto de cinco hermanos y debería haber dedicado su vida al mundo militar, pero su frágil salud y el azar quisieron que acabara entrando como obispo en la sede episcopal de Luçon. María de Médici, la reina madre, supo ver el valor de su astucia y habilidades políticas y lo colocó bajo su protección otorgándole diversos cargos que le harían ascender en la corte real.

Richelieu acabaría por acercarse a Luis XIII, un rey que le despreciaba pero que era consciente del importante papel que podía jugar en el gobierno, y el nombrado primer ministro puso todo su empeño en defender los privilegios del clero, centralizar el poder absoluto del rey y arrebatar la hegemonía del centro de Europa a los españoles.

Fue por Richelieu por lo que Francia conservó Quebec, apoyo a los protestantes alemanes y holandeses y se reprimió a los hugonotes franceses.

Al final de su vida Richelieu era un personaje odiado tanto por el pueblo llano como por los miembros de la corte. Su ambición desmedida y la falta de escrúpulos que demostraba con sus acciones hicieron que ganara una pésima fama. Además, la subida de impuestos con la que sufragaba sus guerras no ayudó a que los franceses le tuvieran más aprecio.

Tras la afirmación definitiva del poder del cardenal, la Francia de Richelieu entró de lleno en las luchas europeas: controló militarmente Lorena, se erigió en protectora de varios príncipes alemanes y finalmente, al no encontrar nuevos adversarios para oponerlos a los Habsburgo, en 1635 declaró la guerra a España (pero no a Austria), y dio todo su apoyo a las rebeliones de Portugal y Cataluña.

Este esfuerzo bélico, como ya había previsto el cardenal, provocó numerosas sublevaciones campesinas y dio pie a que la oposición interna tramara conspiración tras conspiración para asesinarle. La última de ellas, en 1642, estuvo urdida por el joven Cinc-Mars, íntimo del rey y a quien Richelieu había puesto al lado de Luis XIII.

Se trataba de asesinar al cardenal, que estaba en campaña en el Rosellón, y de obtener la ayuda militar española. Sin embargo, los muy efectivos servicios de información de Richelieu descubrieron el complot y los conspiradores fueron condenados a muerte. El cardenal, enfermo y obligado a guardar cama, remontó lentamente el Ródano en barca y llegó a Lyon justo a tiempo para presenciar la ejecución de los conjurados.

Dos meses más tarde, el 4 de diciembre de 1642, murió en París el hombre que había sentado las bases para la monarquía absoluta francesa, que personificaría poco después Luis XIV. Desaparecía con él el máximo responsable de que los Habsburgo perdieran la hegemonía en Europa.


 

 

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