jueves, 28 de abril de 2022

El Gran Capitán, vencedor de la batalla de Ceriñola

Tal día como hoy 28 de abril de 1503 en Ceriñola - actual Italia- tiene lugar un enfrentamiento entre las tropas francesas y españolas, con victoria de estas últimas, durante la segunda guerra de Nápoles. En esta batalla, por primera vez en la historia, una infantería provista de arcabuces logra derrotar a la caballería en campo abierto.

El Gran Capitán salió con sus 6.000 hombres el 27 de abril de Barletta en busca del duque de Nemours. Al día siguiente se dirigió hacia Ceriñola. La marcha fue muy penosa por el calor y la sed que agobiaban a los soldados. Pero lo aguantaron todo, especialmente al ver que su general, el primero en la fatiga, cedía su caballo a un soldado rendido de cansancio. Por fin llegaron a la vista de Ceriñola, lugar elegido por el Gran Capitán para dar la batalla, y comenzaron los trabajos de preparación del terreno.

Ceriñola era una aldea asentada en lo alto de una loma cuyos declives naturales estaban cubiertos de viñedos. Un profundo barranco discurre el fondo de la loma, sirviendo a modo de foso natural. El Gran Capitán empleó en esta ocasión técnicas de fortificación de campaña, pues antes de la batalla se dedicó a preparar el terreno a su favor.

Para ello, los españoles colocaron estacas puntiagudas en el fondo del barranco para impedir el paso de la caballería, y movieron la tierra de los bordes para que se hundiese con el peso de un hombre. Solo quedó algo descubierto el flanco izquierdo, que el Gran Capitán trató de fortificar levantando un parapeto y asentando allí la artillería. Durante seis horas los soldados del Gran Capitán estuvieron fortificando la posición.

Una vez instaladas las tropas en el campamento, al caer la tarde los jinetes de Fabricio Colonna trajeron el aviso de la llegada de los franceses. El Gran Capitán aprestó a sus hombres para la lucha y las distribuyó en tres escuadrones. Al llegar los franceses ante la posición española se suscitó una discusión sobre la conveniencia de dejar la batalla para el día siguiente. Ese era el parecer del duque de Nemours. Pero se oyeron voces tachando esa postura de cobardía, por lo que el duque decidió dar la batalla inmediatamente.

Comenzó la batalla con la carga de la caballería de Luis de Ars que fue detenida por el foso y las estacas de la defensa y diezmada por los fuegos de los arcabuceros, escopeteros y artillería españoles dirigidos por Pedro Navarro. En un momento dado estallaron varios carros de polvora españoles, y hubo unos instantes de alarma entre las filas españoles. Pero el Gran Capitán resolvió la situación arengando a sus soldados diciendoles: - "¡Buen anuncio ...! Estas son las luminarias de la victoria."

La noche avanzaba, pero el duque de Nemours quiso aprovechar el incidente para volver a la carga. Su caballería es detenida y diezmada de nuevo. Tras este nuevo fracaso, el duque de Nemours inició insensatamente con sus tropas una marcha de flanco ante la posición española. La marcha se efectuó bajo el terrible fuego de los espingarderos españoles hasta que un tiro de espingarda derribó al duque del caballo y acabó con su vida.

El Gran Capitán comprendió que había llegado el momento decisivo de la batalla, por lo que ordenó un ataque general. Los franceses se desbandaron y fueron perseguidos hasta el campamento del que habían salido aquella tarde camino de la batalla. El ejército francés quedó desecho. Aquella noche Próspero Colonna y otros capitanes españoles cenaron en la tienda del duque de Nemours la comida que éste tenía preparada para su regreso.

Las pérdidas francesas fueron de más de tres mil hombres, toda su artillería y equipaje y la mayor parte de sus banderas. Los españoles sufrieron menos de cien muertos.

Entre los cadáveres se recogió el del duque de Nemours, Don Gonzalo se conmovió ante su vista y derramó lágrimas ante él. Para honrarle dispuso que se le embalsamara y le condujo en andas hasta Barletta con un séquito de cien hombres de armas y una escolta de una compañía de soldados. En Barletta se le ofrecieron exequias y se le enterró en el monasterio de San Francisco.

La importancia táctica de esta batalla radica en el empleo de las armas de fuego por parte de la Infantería . Este empleo del arma de fuego por la infantería fue repetido eficazmente por Próspero Colonna en la batalla de Bicoca el 29 de abril de 1523, en la que unos 4.000 arcabuceros españoles pararon el avance de 15.000 piqueros suizos.

La batalla de Ceriñola marcará el inicio de la hegemonía que España impuso en los campos de batalla europeos hasta su derrota en la batalla de Rocroy -Francia- en 1643

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario