jueves, 13 de febrero de 2025

La matanza de San Valentín, la venganza de Al Capone

Tal día como hoy, 14 de febrero de 1929, tuvo lugar la Matanza de San Valentín, un ataque criminal supuestamente ordenado por el mafioso Al Capone,contra su rival en el hampa de Chicago, Bugs Moran. La violencia de esta acción, cambió la imagen heroica de los gánsteres que hasta ese momento había en la sociedad.

Despues de la retirada de John Torrio y la muerte —en un atentado ordenado por su rival— de Dion O’Banion, sus lugartenientes, Al Capone y Bugs Moran, quedaron al mando de estas organizaciones delictivas.

El tráfico ilegal de alcohol, durante la Ley Seca —que fue abolida 4 años más tarde— había proporcionado enormes beneficios y grandes rivalidades, que se solucionaban a tiros. Pero hasta este momento nunca se había realizado una acción con tantos muertos, —siete—, y ese fue un punto de inflexión para acabar con una prohibición, que solo había servido para fortalecer las estructuras de la mafia.

También supuso un nuevo impulso para acabar con el crimen organizado, con policías como Eliot Ness y la implicación del servicio de impuestos, para seguir la pista de las grandes fortunas de los jefes mafiosos.

Cuando los hombres de Bugs Moran, llegaron a su almacén para recoger un cargamento de bebidas alcohólicas, no imaginaban encontrarse con varios agentes de policía. Pronto descubrieron que en realidad, eran pistoleros a sueldo de Al Capone.

En pocos segundos los siete gánsteres de Moran, fueron abatidos por las armas de los falsos agentes. No dejaron testigos; remataron en el suelo a los que todavía estaban con vida, después de las ráfagas de las metralletas. Solo hubo un detenido por los asesinatos, Jack Mc Gurn —conocido como "Jack Metralleta"—, que en seguida, fue puesto en libertad sin cargos por tener una coartada.

Según se recoge en la reconstrucción forense que hicieron las autoridades, el día después de la matanza de San Valentín -en base a la información recogida en el lugar, y a testimonios de testigos presenciales-, en la mañana del 14 de febrero, un grupo de entre cuatro y cinco hombres -al menos tres de ellos vestidos de policía- se bajó de un gran Cadillac negro frente al garaje.

Dentro del taller, había un grupo de siete hombres: seis de ellos impecablemente vestidos con traje y corbata -uno de ellos llevaba una gardenia en la solapa- y el mecánico, quien llevaba puestos sus overoles de trabajo. Eran todos miembros o allegados, a la organización criminal de los hermanos Morán, que surtía de licor a la zona norte de Chicago. Además, el perro del mecánico estaba amarrado a uno de los autos.

En el momento en que los vieron entrar, los hombres que estaban en el taller no opusieron resistencia, a pesar de estar fuertemente armados. Además, sorprende que entre las víctimas estuvieran Frank y Peter Gusenberg, dos reconocidos delincuentes que eran un dolor de cabeza, para las autoridades de la ciudad.

Los hombres vestidos de policía, pidieron a los miembros de la banda que se alejaran de ventanas y puertas y luego, descargaron sus ametralladoras, dejando tras de sí una pila de cuerpos, llenos de agujeros y plomo. Al final, solo se escuchaban los amargos aullidos de uno de los dos testigos que aún seguían vivo, el perro del mecánico.

Pocos segundos antes de morir de las heridas sufridas, el único sobreviviente humano del ataque, Frank Gusenberg, alcanzó a musitar: "fueron los policías" .

Después de la matanza, y ante la violencia que había provocado la ley seca, el recién electo presidente Herbert Hoover, hizo de la lucha contra el crimen organizado, una de sus principales prioridades.

El 20 de marzo, invitó a un grupo de residentes prominentes de Chicago a la Casa Blanca y dijo: "Me contaron de que Chicago estaba en manos de los gángsters. Que la policía y los magistrados estaban bajo su control. Que el gobernador del estado era inútil y que solo a través del gobierno federal, podría la ciudad recuperar la capacidad de autogobernarse."

A partir de ese momento, meter a Al Capone entre rejas, se convirtió en una obsesión para los cuerpos policiales de los Estados Unidos. Al final, el mafioso acabó encerrado en la prisión de Alcatraz, pero por delitos fiscales.

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