martes, 16 de septiembre de 2025

La muerte de Felipe IV de España, el llamado "Rey Planeta" y "Rey Pasmado"

Tal día como hoy, 17 de septiembre de 1665, fallecía en Madrid, tras 44 años de reinado, el Rey Felipe IV de España, también llamado Felipe el Grande o el "Rey Planeta’"en referencia a la extensión de sus dominios, a lo largo de cuatro continentes.

Felipe IV es conocido también, como el "Rey Pasmado",por el gesto impasible de su rostro, debido a una percepción popular, que contrastaba con su carácter real, ya que se le consideraba, una figura de gran cultura y sensibilidad, además de un rey responsable y afectado, por la pérdida de sus seres queridos. 

Este apodo, también dio nombre a una novela de Gonzalo Torrente Ballester y una posterior película, consolidando la imagen de un monarca, que vivió en un periodo de contrastes: un siglo de grandes logros artísticos, en la época del Siglo de Oro, pero también de crisis políticas y pérdidas personales. 

Felipe IV, también conocido como "el Rey Planeta", murió en Madrid el 17 de septiembre de 1665, tras 44 años de reinado. 

Su muerte marcó el fin de un reinado extenso, pero también el inicio de una etapa de declive para la Monarquía Hispánica, que dejaba un heredero, Carlos II, "el "hechizado" aún niño. 

Felipe IV falleció en su cuarto de verano, en el Alcázar de Madrid, a los 60 años.

La muerte inesperada de su padre, el Rey Felipe III, en 1621 iniciaba un periodo lleno de incertidumbres, en el que un joven Felipe, de tan solo 16 años, ascendía al trono. 

Su apodo, "Rey Planeta", se debe a la extensión de sus dominios y al poder, que se le atribuía, similar a la influencia de un planeta, sobre su órbita. 

Su reinado, que comenzó en 1621, fue uno de los más largos de la Casa de Austria en España, fue una mezcla de luces y sombras, para la monarquía hispánica. Estuvo marcado por conflictos bélicos, especialmente contra Francia y las Provincias Unidas, que contribuyeron al declive, del poderío español. En lo político, pasó más pena que gloria, 

No se puede decir lo mismo en el ámbito cultural, que vivió el periodo de mayor esplendor de las artes y las letras, periodo que pasó a la historia como el Siglo de Oro.

Esa mezcla de luces y sombras, del reinado de Felipe IV son perfectamente visibles, en su forma de gobierno. 

En un primer momento, al contrario que su padre, Felipe IV, tomó las riendas de sus Reinos y asumió, todas las responsabilidades, que implican gobernar. Sin embargo, pronto quedó patente, su escasa capacidad al mando, así como su poco interés, por los asuntos de Estado. 

Asuntos de los que se empezó a ocupar, una de las figuras más importantes de su reinado, su valido el Conde-duque de Olivares, figura que ejerció un tremendo poder de influencia, sobre Felipe IV.

Si había algo que a Felipe IV le atormentaba era su deseo sexual. El rey estaba convencido de que todos los males del imperio español, eran por su culpa, por su desenfreno amoroso.

Si su adolescencia la había dedicado a la caza y las fiestas, su juventud y el resto de su vida, el sexo fue el motor de su existencia. Su primera compañera fuera del matrimonio, fue la hija del conde de Chirel, y a partir de ahí, la lista se hizo eterna. El monarca no solo buscaba amantes en la corte, también en los burdeles.

Su intensa vida amorosa, era conocida por el pueblo y se compusieron hasta canciones, que hablaban de sus aventuras de alcoba. Su ímpetu sexual, le llevó a engendrar más de una veintena, de hijos bastardos —Juan José de Austria fue el más famoso de ellos—, cuyas madres acababan ingresando, en diferentes conventos. 

Su segundo matrimonio con Mariana de Austria —que tenía 14 años cuando se desposaron, y con quien tuvo al enfermizo Carlos II, con quien despareció la casa de los Austria en España— no logró aplacar la furia del rey, que continuó con sus infidelidades y flagelándose, por el castigo divino, que él y España recibían, por su hiperbólico libido.

Dejó un reino en declive, con un heredero menor de edad, Carlos II, que heredó una monarquía debilitada y con problemas, internos y externos.

A principios de septiembre de 1665, Felipe IV comenzó a sentirse mal, y cayó gravemente enfermo, probablemente de disentería. Aunque se menciona que sufría de problemas de salud, como dolencias reumáticas, hepáticas, renales y venéreas, no se especifica, una causa única de su muerte

Un duro golpe, del que el Rey Felipe IV no se pudo recuperar, pues la enfermedad acabó con su vida el 17 de septiembre de ese mismo año, tras 44 años de reinado. Fue enterrado, en la Cripta Real del Monasterio de El Escorial, según su voluntad. 

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