sábado, 25 de julio de 2015

El Ebro, la batalla más decisiva de la Guerra Civil Española

Tal día como hoy 25 de julio de 1938 con una violenta ofensiva del ejército de la república da comienzo a la Batalla del Ebro.

Fue la batalla en que más combatientes participaron, la más larga y una de las más sangrientas de toda la guerra, prolongándose durante los meses de julio a noviembre de 1938.

Aunque los Ejércitos republicanos - después de una sangría en hombres y material - lograron obtener una importante victoria inicial, cuatro meses más tarde, las tropas republicanas volvieron a cruzar el río Ebro, quedando marcado el destino de la guerra.

El general republicano Vicente Rojo, diseñó una ofensiva por sorpresa, cuyo objetivo principal era la conquista inmediata de Gandesa, que era el centro de comunicaciones más importante de la zona y, el 25 de julio, en una noche sin luna, las unidades republicanas empezaron a cruzar el Ebro en medio de la completa sorpresa de los defensores, que se retiraron en una total desorganización.

Ante la dificultad por contener la avalancha republicana, Franco ordenó que acudieran divisiones de otros sectores, especialmente del frente de levante e incluso desde Andalucía y el 2 de agosto, quedó detenido el avance republicano y sus tropas se pusieron a cavar trincheras.

La república se mostró eufórica en los primeros momentos de la Batalla e incluso el Presidente  Manuel Azaña, llegó a convencerse, durante un tiempo, de que había cambiado la suerte de la guerra. 

Pero el 6 de agosto, los franquistas lanzaron una contraofensiva general en todo el sector, aunque la línea del frente se mantuvo estática y a pesar del elevado número de bajas los republicanos mantenían sus posiciones y por primera vez lograban resistir frente a las mejores tropas franquistas.

A finales de septiembre, sin embargo,  volvió a lanzarse otra ofensiva nacionalista y se produce un lento pero progresivo retroceso de los republicanos, hasta que la acometida de los blindados terminó de convencer a la República de que la batalla del Ebro estaba perdida, abandonando sus últimas posiciones.

El asalto republicano sobre el Ebro terminaba finalmente tras varios meses de encarnizada lucha con pérdidas humanas por ambas partes cifradas por algunos historiadores entre 6.500 muertos por el bando franquista y entre 10. 000  y 15.000  en el bando republicano; 

A partir de ese momento, la suerte de la República estaba echada.


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