miércoles, 29 de julio de 2015

La epidemia de fiebre amarilla en la Málaga del siglo XIX

Tal día como hoy 29 de julio de 1804, comienza a remitir en Málaga una epidemia de la fiebre amarilla, debido a la cual murieron  en la ciudad 11.464 personas.

“La fiebre amarilla, vómito negro o plaga americana”, es una enfermedad viral aguda e infecciosa causante de un elevado número de muertes en muchos países de África y Sudamérica, siendo la causa de  su nombre, lo amarillo de la enfermedad y los signos de ictericia que afectan a algunos pacientes.

Se transmite por picadura de mosquitos y llegó a Málaga en un barco a través del puerto, cuando este fue autorizado a comerciar con América, acabando la epidemia con casi una cuarta parte de la población que entonces tenía la ciudad.

Fue traída por barcos comerciales y la carencia de remedios para su cura, causó una incidencia enorme, trastocando las estructuras económicas y sociales de la ciudad, aunque la repercusión sería diferente según los sectores de la población, cebándose- como siempre sucede en estos casos - con preferencia en aquellos que tenían una menor capacidad económica.

Para combatir la plaga, contra la que entonces se carecía de remedio alguno, a la Junta de Sanidad de Málaga se le ocurrió un método desesperado y bastante infantil, pues con el fin de eliminar las “miasmas” que causaban el contagio,  mandó situar cuatro cañones en varios puntos del barrio del Perchel, lugar en donde había comenzado la fulminante epidemia.

La mision de tales cañones, que estuvieron disparando varios días solo salvas, se hizo con el propósito de que “al quemarse la pólvora se limpiase el ambiente”.

Según el médico malagueño José Mendoza, los cañonazos no sólo no frenaron la epidemia – como era lógico - sino que al escucharse el primero de ellos en la plaza de San Pedro, un hombre enfermo de corazón, murió de un infarto a causa del sobresalto.

Por intereses políticos e intrigas en la corte, el puerto se mantuvo cerrado mucho tiempo después del que la enfermedad estuviese erradicada, lo cual repercutió muy negativamente en la economía de toda la ciudad.

 

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