miércoles, 8 de julio de 2015

Atapuerca, una de las cunas de nuestra especie

Tal día como hoy 8 de julio de 1994, se descubren en el yacimiento paleontológico de la sierra de Atapuerca – Burgos – fragmentos del Homo antecessor.

El “Homo antecessor” era una especie muy parecida a la nuestra, que vivió 900.000 años atrás, con una estatura y proporciones corporales similares a nosotros, que podría ser el ancestro común de los neandertales y de nuestra especie, aunque su volumen corporal era un poco mayor, con un tronco más ancho y su capacidad craneal y su cerebro algo menores que los del Homo sapiens

Sus dientes tienen rasgos muy primitivos, que recuerdan especies tan antiguas como el Homo habilis y se diferencian claramente de los nuestros, pero los huesos de la cara son similares a los de Homo sapiens, lo cual le hizo ser considerado como la nueva especie a la que se denominó Homo antecessor, “el hombre que antecede”.

La mayoría de los restos se encuentran en excelente estado de conservación  y las marcas de corte,  producidos por instrumentos de piedra, tipos de fractura, etc, parecen claras evidencias de actos de canibalismo, pues los fósiles humanos presentan cortes o fracturas producidos por instrumentos tanto en huesos craneales, como en los del esqueleto, que indica un consumo total de los cadáveres.

Los cambios por este hallazgo en el árbol genealógico de los homínidos han sido muy importantes, siendo uno de los grandes descubrimientos de la paleontología, al demostrar que en Europa ya vivían seres humanos, mucho antes de lo que se pensaba.

Eran individuos altos, fuertes, con rostro de rasgos arcaicos y cerebro más pequeño que el del hombre actual y menos circunvoluciones cerebrales, que alcanzarían una altura de entre 160 y 185 centímetros, con un peso de entre 60 y 90 kilogramos, la mandíbula era delgada, con dientes pequeños y grandes incisivos con forma de pala y un desarrollo similar al nuestro.

La sierra en la que se han encontrado, era en aquella época un lugar templado, con espacios abiertos, grandes ríos que recorrían todo el territorio y charcas, con algunas aves acuáticas migratorias, así como bosques de robles, encinas y castaños donde vivían jabalíes, ciervos e hipopótamos, es decir, una gran riqueza de animales.

A pesar de la gran variedad de vegetales y la abundancia de caza, practicaban el canibalismo, siendo al mismo tiempo cazadores y carroñeros, trabajando la madera para fabricar determinados utensilios.

Si tenemos en cuenta que el Homo antecesor estaba en la Tierra hace 900.000 años, no debían conocer aún el fuego, o mejor dicho, no lo dominaban y tal vez podrían mantenerlo cuando este surgiera de manera fortuita en la naturaleza, aunque al vivir en el sur de Europa - España, Portugal e Italia – no les era tan preciso,  por tener climas templados con inviernos suaves y cortos.

La carne la comerían cruda y sus herramientas y útiles de caza eran poco elaborados, viviendo en grupos y con sus toscas lajas de piedra desgarraban la carne, separándola de los huesos y en estos dejaban sus marcas, no solo en los huesos de animales, sino también en los de sus semejantes.

La opinión dominante en la comunidad científica, es que el canibalismo se dio sobre todo buscando el necesario aporte de proteínas, aunque otros piensan que no se trataba de esto, sino de algún tipo de ritual mediante el cual hacían suyas la cualidades del difunto.

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