Tal día como hoy 21 de febrero de 2005 fallece en Londres el escritor y guionista cubano, Guillermo Cabrera Infante, que después de exiliarse de su país obtuvo la ciudadanía británica.
Nacido en el seno de una familia de activos militantes del comunismo insular, que llegaron a ser incluso perseguidos y encarcelados, Guillermo Cabrera Infante pasó a residir en La Habana a los doce años de edad.
En 1948 comenzó a colaborar en distintos periódicos, al mismo tiempo que iniciaba estudios de medicina que luego interrumpió para integrarse como redactor en la revista Bohemia, donde dos años después un artículo le llevó a ser encarcelado por el régimen del dictador Fulgencio Batista.
A partir de ese momento y hasta los albores de la revolución cubana utilizó el seudónimo de G. Caín. Además del periodismo y la literatura, otra ocupación en la que destacó desde los años de juventud fue precisamente la crítica de cine; su pasión cinéfila se puso de manifiesto no sólo a través de ensayos y reseñas, sino también con su desempeño en la fundación en 1951 de la Cinemateca de Cuba, que presidió desde ese año hasta 1956.
Tras el triunfo en 1959 de la revolución de Fidel Castro, Guillermo Cabrera Infante dirigió el suplemento Lunes del diario Revolución, suprimido en 1961 por conflictos con el gobierno y con el Partido Comunista, que pronto empezó a acumular un creciente poder; por tales discrepancias políticas marchó en 1962 a Bélgica en calidad de agregado cultural. Sus diferencias con el régimen castrista lo convirtieron en el primer escritor de significativo prestigio que rompió con la revolución después de haberla apoyado, singularidad que le puso en el centro de las abundantes polémicas sobre el tema.
Emigrado a España, en 1965 se instaló definitivamente en Londres con su esposa, la actriz Miriam Gómez, hecho que motivó que a partir de 1970 alguno de sus títulos, al igual que diversas colaboraciones periodísticas, aparecieran originariamente en inglés, como fue el caso de Holy Smoke. La culminación del reconocimiento a su obra fue el Premio Cervantes, que le fue concedido en 1997.
Junto con José Lezama Lima, Guillermo Cabrera Infante es el principal representante cubano del llamado «boom» de la literatura hispanoamericana, fenómeno más editorial que literario que en la década de 1960 reveló al mundo la inmensa talla de narradores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar o Carlos Fuentes, entre otros.
En 1964 ganó el premio Biblioteca Breve con su obra más representativa, Tres tristes tigres. Los sucesivos capítulos de esta novela configuran una suerte de relatos breves con fragmentos de la vida de los personajes, de su pasado y de su presente.
Además de algunos personajes bien definidos, aparecen otros de los cuales no sabemos ni el nombre que protagonizan pequeñas narraciones, autónomas o dependientes pero siempre sin continuidad, intercalando una y otra vez nuevas historias hasta retratar lo que podríamos considerar el verdadero protagonista del libro: La Habana, la ciudad que personifica la nostalgia, la literatura, la música, la noche y el cine, por un lado, y la traición y el desencanto, por otro.
Por esta Habana nocturna deambulan personajes novelescos y reales (Hemingway, Benny Moré), bebiendo y cantando juntos, entrelazándose y confundiéndose en un instante de vida real y de ficción. Cabrera Infante refleja en la obra el habla particular de la ciudad, llena de peculiaridades léxicas, de la que el autor pretende dejar constancia fiel, convirtiéndose en su mero transcriptor.
Otros títulos destacados de su producción son O (1975), Exorcismos de estilo (1976), La Habana para un infante difunto (1979), obra en gran medida autobiográfica, Delito por bailar el chachachá (1995), Ella cantaba boleros (1996), El libro de las ciudades (1999) y más recientemente Puro humo (2000).
Escribió también una serie de ensayos, en la década de 1970, sobre Lewis Carroll y Corín Tellado, entre otros autores que estimularon su aguda mirada crítica. En 2008 apareció su novela póstuma La ninfa inconstante, y en 2013 las memorias noveladas Cuerpos divinos y Mapa dibujado por un espía.
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