Tal día como hoy 9 de febrero de 1950,el senador estadounidense Joseph McCarthy pronuncia un discurso en Wheeling cuestionando gravemente al secretario de Estado Dean Acheson y, enarbolando una hoja de papel en la que afirma tener "una lista de 205 nombres, comunicada al secretario de Estado, de miembros del partido comunista que pese a todo trabajan todavía en el Departamento de Estado y que estructuran su política".
Aunque no presenta más pruebas del supuesto "enemigo interno", el asunto causa un gran revuelo. Pese al engaño, el senador McCarthy persistirá y pronunciará un discurso ante el Senado el 20 de febrero, en el que mencionará la infiltración en la administración demócrata de Harry Truman por comunistas.
La terrible "Caza de Brujas", que perdurará hasta 1956, ha comenzado y las personas sospechosas de diferentes grados de confraternidad con el comunismo se convertirán en el objetivo de investigaciones gubernamentales. Entre otros, trabajadores de los medios de comunicación, actores, funcionarios del gobierno y algunos militares, serán acusados por McCarthy como sospechosos de espionaje soviético o de simpatizantes del comunismo, hundiendo sus carreras profesionales y, en algunos casos al no aguantar la presión del acoso, poniendo ellos mismos fin a sus vidas.
El "MacCarthismo" también llevará a desdichados ciudadanos a la silla eléctrica, como será el caso del matrimonio Rosenberg en 1953, acusados de entregar secretos nucleares a la URSS.
Escritores como Bertolt Brecht, que escapó a Europa tras declarar su inocencia, y gente perteneciente al mundo del cine fueron algunos de los más afectados por este fenómeno, que creó las llamadas listas negras, o de escritores y guionistas para los cuales existía una ley no escrita que les impedía publicar nada en cualquier medio de comunicación, so pena de que dicho medio fuera acusado de trabajar a sueldo de los comunistas.
En apoyo de los que fueron motejados de «testigos inamistosos» se movilizó el denominado Comité de la Primera Enmienda, que integró a cerca de 500 profesionales del cine. En esa circunstancia defendieron la libertad figuras famosas, como Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Gregory Peck, Katharine Hepburn, Kirk Douglas, Burt Lancaster, Gene Kelly, John Huston, Orson Welles, Thomas Mann y Frank Sinatra, que afirmaban que lo que en teoría era una actividad para proteger al estado no era sino una sistemática destrucción de los derechos civiles.
Entre las protestas, la más significativa fue la de los llamados Diez de Hollywood, los cuales se negaron a declarar sobre sus afiliaciones políticas, siendo citados por el Congreso, instalados automáticamente en la lista negra y condenados a penas de cárcel por «desacato al Congreso».
Uno de los Diez de Hollywood, Dalton Trumbo, consiguió sobrevivir a la inacabable pesadilla. Era un guionista estelar al que la caza de brujas le cerró todas las puertas, lo encarceló, lo arruinó, lo obligó a exiliarse a México y lo forzó a vender sus guiones bajo múltiples seudónimos. Uno de ellos logró el Óscar, pero su enigmático autor no pudo recogerlo porque oficialmente no existía.
Las persecuciones también se realizaron a escritores famosos comunistas, procomunistas, anticomunistas y excomunistas. Así se lograron censurar más de 30 000 libros, los cuales fueron retirados inmediatamente de bibliotecas y librerías, entre los cuales se encontraba el famoso Robin Hood o la novela Espartaco de Howard Fast. Uno de los actores más perseguidos y frustrados fue Charles Chaplin
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