Tal día como hoy, 7 de octubre de 1072 en Zamora -España-, Bellido Dolfos asesina al rey Sancho II "el Fuerte", junto a las murallas de la ciudad.
Bellido Dolfos, fue un noble leonés, según las crónicas y cantares de aquel tiempo, personaje legendario, amante de Urraca Fernández, hija de Fernando I, que salió de la ciudad de Zamora -sitiada por Sancho II de Castilla y defendida por Urraca-, y fingiendo pasarse a las filas del rey castellano, lo asesinó a traición. Perseguido por el Cid, no pudo entrar en Zamora, porque sus habitantes le habían cerrado las puertas, pero logró huir.
En la biografía de Bellido Dolfos se mezclan historia y leyenda, pues de él se tienen noticias a menudo contradictorias y no demasiado fiables a través de diversas crónicas y cantares de la época, como el Cantar de Sancho II de Castilla. Según la leyenda, era amante de Urraca de Castilla, hija primogénita de Fernando I de Castilla, a la que se había cedido el gobierno, de la ciudad de Zamora.
En 1072, mientras Sancho II se disponía a poner sitio a Zamora para arrebatarla a su hermana, Bellido salió de la ciudad y, fingiendo desertar, solicitó una entrevista con Sancho, para pasarse a las filas de éste y mostrarle los lugares más vulnerables, de la muralla. Durante su encuentro, en un descuido del monarca, lo asesinó por la espalda con el venablo que éste llevaba y huyó. A continuación, varios caballeros de Sancho, entre ellos el Cid, salieron en su persecución.
Las crónicas, los cantares y diferentes documentos de la época difieren sobre cuál fue su suerte a partir de entonces. Algunos escritos cuentan, que el Cid no logró darle alcance y que solamente, consiguió herir a su caballo; otros, en cambio, afirman que lo hirió y que fue ajusticiado.
Otras fuentes mantienen que se refugió en la ciudad, logrando escapar así de sus perseguidores, y que luego doña Urraca le permitió marcharse. Incluso hay crónicas que aseguran, que Diego Ordóñez, primo del rey Sancho, logró vengar su muerte y mandó descuartizarlo vivo.
Por otro lado, algunos estudiosos sostienen, que se puede rastrear la existencia real de Bellido Dolfos; que vivió bajo el reinado de Alfonso VI y su familia, tenía sus feudos al norte de Zamora. En cualquier caso, se trata de un personaje, que ha pasado a la historia como regicida, que influyó de manera decisiva, en la historia de España al dejar a Castilla sin rey, y que ha permanecido, en la tradición literaria, fundamentalmente la de los cantares, encarnando la figura del traidor.
Con este mismo carácter, pasaría luego al Romancero. Los romances sobre la traición, cuentan que Bellido salió de la ciudad de Zamora, sitiada por Sancho II, y prometió al soberano, a cambio de su amistad, que le revelaría un punto desguarnecido de la muralla, a través del cual podría fácilmente penetrar en la ciudad; fiado en tal promesa, el rey, sin escolta de ninguna clase, siguió a Bellido Dolfos, quien, en el momento oportuno, le dio muerte vilmente y se refugió luego en Zamora.
Testigo lejano de la traición, fue el Cid, quien, a pesar de haberlo intentado, no pudo alcanzar al asesino, por no llevar calzadas las espuelas, y, según se cuenta, maldecía desde entonces a los caballeros que, en este mundo de engaño y perfidia, cabalgaran sin ellas.
El romance que empieza "Rey don Sancho, rey don Sancho" da cabida, a la voz popular que acusaba a doña Urraca, señora de la plaza fuerte y hermana del rey asesinado,como instigadora del crimen.
El Romancero, no nos dice nada más de Bellido Dolfos, que se desvanece en la oscuridad, a excepción de su nombre, que permanece en el lenguaje popular, como sinónimo de traidor desleal, el típico "malo", entre los personajes literarios españoles.
Romance del rey don Sancho
-¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho, y con ésta serán cinco;
si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real: -¡A don Sancho han mal herido,
muerto le ha Vellido Dolfos, gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo;
por las calle de Zamora va dando voces y gritos:
-Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.
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