Tal día como hoy, 10 de octubre de 732 en la batalla de Poitiers,-Francia-, los francos –mandados por Carlos Martel– derrotan al ejército musulmán, con lo que detienen el avance de estos a Europa. Muere en la batalla, el gobernador de Córdoba, Abdul Rahman Al Ghafiqi.
A principios del siglo VIII, el Islam parecía destinado a gobernar el Viejo Mundo. El califato omeya, animado por la convicción, de que era su cometido divino, extender su fe por todo el mundo, había protagonizado, una de las mayores expansiones militares ,de la historia- Después de conquistar la península Ibérica, en apenas quince años y atravesar los Pirineos, en el año 732, pusieron la mira en las tierras del Loira.
Al contrario que en tierras hispanas, donde habían llegado para quedarse, en las francesas se habían limitado, a establecer algunas plazas fuertes y desde allí realizar campañas de saqueo, en busca de botín y esclavos. El objetivo en otoño del, 732 era la abadía de San Martín en Tours, una de las más importantes, de la cristiandad occidental. El duque Odón el Grande de Aquitania, pidió entonces ayuda a Carlos, mayordomo de palacio de Austrasia,para defender sus tierras.
Carlos, no ostentaba la corona de los francos: el mayordomo, era un ministro principal del rey, era quien ejercía realmente el poder militar y político. Solo él contaba con la autoridad suficiente, para reunir un ejército, pero no lo iba a dar gratuitamente: a cambio de su ayuda, exigió vasallaje a Odón, sembrando así la semilla del feudalismo europeo.
Aunque las fuentes son muy discordantes, respecto al número de efectivos de cada ejército, resulta claro que las fuerzas de Carlos, estaban en inferioridad. No solo tenían menos hombres, sino que eran tropas de infantería, en contraste con la caballería pesada de los andalusíes. En una batalla a campo abierto, no tenían posibilidades, pero el franco supo aprovechar una serie de ventajas estratégicas.
La principal fue la elección del terreno, unas colinas boscosas cerca de Poitiers, por donde el ejército enemigo, debía pasar para llegar a Tours. El terreno frenaba la carga de la caballería y los árboles, ocultaban a los soldados francos, por lo que al-Ghafiqi no podía hacerse una idea del tamaño del ejército enemigo ni de por dónde atacaría. Durante varios días, se sucedieron escaramuzas, sin ningún resultado: los andalusíes no se arriesgaban a atacar a un ejército, que podía ser mucho mayor, de lo que esperaban y los francos,no presentaban batalla a campo abierto
El segundo factor decisivo fue el tiempo: era octubre, el invierno se acercaba y los andalusíes, no estaban preparadas, para resistir durante semanas, sin ropa adecuada para el frio, conscientes de que esa incógnita era su carta vencedora,no presentaron batalla en campo abierto. Finalmente, al-Ghafiqi decidió arriesgarse a lanzar un ataque el 10 de octubre.
La precipitación fue su ruina, ya que no había enviado exploradores, para conocer el tamaño del ejército franco, ni con qué tipo de soldados contaba.Las fuerzas de Carlos Martel, con menos hombres y sin caballería pesada, estaban en inferioridad, pero el franco supo aprovechar varias ventajas estratégicas para ganar la batalla.
El tercer elemento, de la victoria franca, fue el engaño: mientras los francos se atrincheraban en formación defensiva, hicieron correr la voz de que un contingente, atacaba el campamento musulmán, para apoderarse del botín de toda la campaña. Esto provocó que parte de las tropas andalusíes, corrieran a defender sus tiendas, lo que fue interpretado por el resto del ejército, como una retirada. Mientras intentaba mantener la disciplina entre sus hombres, los francos rodearon a al-Ghafiqi y acabaron con él. Muerto su comandante, la retirada se convirtió en desbandada.
Al día siguiente, el ejército andalusí no apareció. Los francos pensaron que se trataba de una trampa, para atraerlos a campo abierto, por lo que Carlos mantuvo su estrategia defensiva. Sin embargo, al ver que pasaban las horas sin ningún signo de peligro, envió exploradores al campamento musulmán, que encontraron desierto: el ejército se había retirado durante la noche y habían dejado atrás, las tiendas y buena parte del botín.
Durante siglos, la historiografía europea elevó la batalla de Poitiers a la categoría de mito, como el episodio que salvó la Cristiandad occidental: Carlos se ganó el sobrenombre de Martel, -“el martillo”- y fue visto como el hombre, que frenó la conquista islámica de Europa, especialmente en un momento en el que el continente estaba fragmentado y nadie más habría estado en condiciones de hacerlo.
Sin embargo, la victoria y la caída de las bases musulmanas, al norte de los Pirineos, tuvo un efecto importante, ya que creó una barrera natural a una expansión que hasta entonces, parecía incontenible.
Casi 70 años después de Poitiers, el nieto de Carlos Martel, Carlomagno, era coronado emperador en Roma, poniendo las bases, de un nuevo poder imperial en Europa. Las tierras al sur de los Pirineos, se convirtieron en "la Marca Hispánica", que sería a la vez frontera y punto de encuentro entre la cultura cristiana y la musulmana.
En el bando musulmán la derrota, supuso un golpe al prestigio del califato omeya, que basaba su legitimidad en, la guerra santa, para llevar el Islam a todo el mundo. La dinastía omeya tenia los años contados, en el 750, los omeyas eran destronados por los abásidas en Damasco y relegados a la categoría de emires, de Al-Ándalus.
Tanto para el mundo occidental como para el oriental, esa batalla aparentemente menor, supuso un punto de inflexión ,como pocos en la historia
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