Tal día como hoy, 6 de abril de 1199, en el sitio de Châlus-Francia-,el rey Ricardo I de Inglaterra, muere de una infección provocada, por un flechazo en el hombro.
Más conocido como Ricardo "Corazón de León", es recordado como un soberano fabuloso, que abandonó su reino para luchar en las cruzadas, y regresó a él para recuperarlo, ante la ambición de su hermano Juan sin Tierra.
Ricardo fue el tercer hijo varón, de el ambicioso y vital Enrique II de Inglaterra y la incansable y hermosa Leonor de Aquitania. Nació en el palacio real de Beaumont, en Oxford, el 8 de septiembre de 1157. Por su puesto en el orden sucesorio, apenas tenía posibilidades de reinar, pero la muerte de sus dos hermanos mayores, lo alzó al trono de Inglaterra. En 1189, Corazón de León heredó la corona de Inglaterra, que ostentaría hasta su muerte el 6 de abril de 1199. Murió sin hijos y fue sucedido por su hermano, el taimado Juan sin Tierra.
Nada se sabe de su infancia, que transcurrió junto a su madre, la brillante Leonor, en una corte de poetas, de trovadores que cantaban al amor y a los placeres, y de nobles y damas apasionados, por el amor cortés. Tenía diecisiete años, cuando su padre encarceló a Leonor en una prisión de Inglaterra, y Ricardo, privado del apoyo de su madre, se vio inmerso en las disputas familiares de los Plantagenet, sumidos en una vorágine de guerras feudales, en las que los nobles batallaban entre sí y se aliaban a favor o en contra, de sus soberanos,en medio de la tensión entre Francia e Inglaterra.
En esos años, entre 1174 y 1189, Ricardo se formó como un formidable guerrero, y adquirió fama de soldado invencible, cuando en 1178, con veintiún años, dirigió el asalto y conquista del castillo de Taillebourg, que se consideraba inexpugnable. Era un príncipe y gobernaba la rica Aquitania, pero ambicionaba más. Ocluido por la amplia sombra de su padre, sabía que en sus circunstancias no era sino una pieza más del rompecabezas político, en que se había convertido, Europa occidental.
Enrique II acordó con Luis VII de Francia el matrimonio de sus respectivos hijos, Ricardo y Aélis, para sellar un acuerdo de paz que pusiera fin, o al menos tregua, al enfrentamiento entre ingleses y franceses. Aélis era una niña cuando se trasladó a la corte de Enrique II, quien la convirtió en su concubina, en un acto escandaloso. Más tarde, Ricardo se negaría a contraer matrimonio con su prometida, alegando que había sido desflorada por su padre, el futuro suegro, que la había tenido como amante, durante años.
Enrique II, el soberano patriarca, se había casado con Leonor, once años mayor que él, tras separarse ésta de Luis VII de Francia, y había ganado la corona de Inglaterra con tesón y habilidad política. Había concebido diez hijos con Leonor, a la que había encarcelado, y había disfrutado de numerosas amantes, entre ellas la pobre Aélis. Hombre libidinoso y autoritario, se había empeñado en crear un imperio en el que sus hijos gobernarían los diversos estados, en tanto él actuaria como un verdadero emperador, por encima de sus vástagos.
Leonor era brillante y rebosaba energía; se había educado en la refinada y sutil corte de Poitiers, en la que los placeres eran por sí mismos un objetivo. Duquesa de Aquitania, reina de Francia primero y de Inglaterra después, pasó quince años de su vida, encerrada en un castillo inglés por orden de su propio esposo.
El 6 de julio de 1189 Enrique II murió, tras ser herido en el transcurso de uno de los enfrentamientos, que mantuvo con su hijo Ricardo, en ese momento aliado con el rey Felipe Augusto de Francia. Ricardo se convirtió en rey de Inglaterra y su primera decisión fue liberar a su madre Leonor del cautiverio. Esta decidió llevar el cuerpo de su esposo, a la abadía de Fontevraud y allí acudió también Ricardo, quien, según relatan las crónicas, no sintió la menor emoción, ante el cadáver de su padre.
Ya convertido en rey, sus antiguos enemigos, le juraron fidelidad, y se ganó el apodo de "Corazón de León", símbolo de valor, dignidad y poder. Fue el noble y belicoso Bertrán de Born, su enemigo antaño, quien escribió un poema, en el que identificaba a Ricardo con un león y a Felipe de Francia con un cordero. Ricardo se mostró generoso con todos y organizó su coronación, solemne como rey de Inglaterra en la abadía de Westminster, en una ceremonia fastuosa a la que vetó la asistencia, de judíos y de mujeres.
En julio de 1187, tras la victoria de Saladino, el caudillo del Islam, en la batalla de Hattin, Jerusalén cayó en manos musulmanas. El fin del dominio cristiano en Tierra Santa parecía próximo. Pero ahí estaba Ricardo, dispuesto a acudir a una nueva cruzada y "liberar" Jerusalén. Para él, las cruzadas eran una ocasión única de conseguir gloria y fama, la máxima ambición, de todo caballero medieval. Partió en el verano de 1190, aliado con Felipe de Francia, no sin antes romper su compromiso con Aélis. Seguía soltero y sin hijos; por ello, su madre se presentó en Sicilia con la princesa Berenguela de Navarra, con quien se casó en mayo de 1191 en Limassol, tras la conquista de Chipre.
Ya en Tierra Santa, logró varias victorias contra los musulmanes, una de ellas encabezando personalmente el ejército, en Jaffa. Pero nunca se enfrentó cara a cara con Saladino y no pudo recuperar Jerusalén. Regresó a Europa disfrazado de mercader, pero en el camino, en las afueras de Viena, fue identificado por un anillo de oro y encerrado en una prisión, durante más de un año. De nuevo acudió su madre Leonor a salvarlo. La reina logró reunir la enorme cantidad solicitada por su liberación, y Ricardo quedó libre, para regresar a sus dominios y hacerse cargo de sus estados.
Siguió guerreando sin cesar y murió cinco años después, de resultas de una infección provocada por un flechazo en un hombro, que recibió mientras planeaba el asalto al castillo de Châlus. Sus entrañas fueron enterradas en Aquitania y su cuerpo recibió sepultura en Fontevrault, en la región de Anjou, junto al de su padre, donde años después también reposaría el de Leonor. Pero su corazón –el corazón de un león– fue depositado en la catedral de Ruán.
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