viernes, 19 de mayo de 2017

Agustín de Iturbide, el efímero emperador de México.

Tal día como hoy 19 de mayo de 1822 en México, y como resultado de una revuelta callejera se proclama a Agustín de Iturbide emperador de México, y el Congreso ratifica la proclamación, siendo coronado junto a su esposa el 21 de julio de este mismo año, mientras republicanos y liberales  no aceptarán esta imposición.

Agustín de Iturbide, hijo de un terrateniente español y una criolla noble, dejó muy pronto sus estudios en el seminario para enrolarse en el ejército realista y en 1810 se negó a participar en la insurrección contra los españoles dirigida por el cura Miguel Hidalgo, y defendió la ciudad de Valladolid contra las fuerzas revolucionarias donde su actuación le valió el ascenso a capitán.

Con este grado, Iturbide combatió a las guerrillas independentistas, lo que le valió el ascenso a coronel y luego el de comandante general de la provincia de Guanajuato, donde se distinguió por su implacable persecución de los rebeldes.

En 1820, el proceso emancipador resurgió de sus cenizas pues en España, el pronunciamiento de Rafael de Riego contra Fernando VII daba inicio al trienio liberal, por lo que el monarca español se vio obligado a jurar la constitución de Cádiz.

Iturbide se sumó entonces a la causa independentista, y su Ejército  engrosó rápidamente sus filas y pasó a dominar todo el país y el 27 de septiembre de 1821, entró triunfalmente en la ciudad de México, siendo aclamado como un héroe. Al día siguiente proclamó la independencia de México, asumiendo una Regencia con poderes ejecutivos.

En febrero de 1822,  convocó un Congreso Constituyente por el que el México independiente había de llamarse “Imperio mexicano” y configurarse como una monarquía constitucional

Un motín popular el 19 de mayo proclamó emperador a Iturbide con el nombre de Agustín I y en medio de la alegría general, los republicanos hubieron de sufrir, además, que el Congreso declarase hereditaria la sucesión al trono.

Durante los diez meses que duró su reinado, las impopulares medidas encaminadas a resolver los graves problemas financieros fueron debilitando su posición y la detención de muchos miembros del Congreso, no hizo más que unir a la oposición republicana y borbónica, mientras el giro absolutista de Iturbide no contribuía a mejorar las relaciones con España, que ahora se negaba a reconocer la independencia.

El 19 de marzo de 1823, lograrán por fin la abdicación del recién coronado emperador e Iturbide se exilió en Europa y un año después volvió a su país, ignorando que el Congreso mexicano lo había declarado traidor.

Detenido a su llegada a México, el forjador de la independencia fue fusilado por soldados compatriotas a los cuarenta y un años de edad. Tardaría años en ser reconocido como padre de la patria, hasta que en 1838, sus restos fueron inhumados con honores, en la Capilla de San Felipe de Jesús de la catedral de México.

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