jueves, 18 de mayo de 2017

La caída de San Juan de Acre último enclave de los cruzados

Tal día como hoy 18 de mayo de 1291, los sarracenos, al mando del sultán mameluco de El Cairo, Al Malik Al-Ashraf Kalil, abren brecha en las murallas de la ciudad de Acre, en la actual Israel, último bastión cristiano en Tierra Santa.

Algunas fuentes cristianas - cuyas cifras son exorbitantes - afirman que el ejército de Al Malik Al-Ashraf Kalil tenía  60.000 soldados de infantería y unos 20.000 de caballería muy superiores a las defensas de la ciudad, con 14.000 soldados a pie y 800 caballeros, más 2.000 hombres que llegaron desde Chipre

El 5 de abril de 1291, el ejército musulmán fue divisado y para los cristianos estaba claro, debían negociar y si no podían preservar la ciudad al menos obtener salvoconducto a tierras cristianas, por esto se envió al campamento musulmán una embajada para negociar la paz, pero el Sultán se negó a negociar y  sólo aceptaría la rendición incondicional.

El 7 de abril, numerosas catapultas comenzaron a lanzar rocas sobre los muros de la ciudad, destruyendo casas, templos y calles y una lluvia de flechas incendiarias, saetas y jabalinas, se alzó desde el campamento enemigo, provocando estragos en la población y prendiendo fuego a los tejados de paja o madera.

El día 18 de mayo, las tropas del Sultán abrieron brecha y Al-Ashraf ordenó el asalto acompañado de un importante número de tambores, trompetas y timbales, para amedrantar a la población.

El miedo se contagió a la gente aterrorizada, que huyó presa de pánico hacia los muelles intentando caóticamente encontrar sitio en los pocos barcos disponibles y algunos fueron literalmente abordados y hundidos por el excesivo peso.

El 25 de mayo, el comandante de los templarios, se avino a la rendición con la única condición de obtener salvoconductos hacia Chipre para los caballeros y refugiados civiles,  pero los mamelucos desconfiaron y la lucha comenzó saldándose con la muerte de algunos mamelucos y el posterior cierre de las puertas de la fortaleza, reiniciándose las hostilidades.

Sin embargo, en la noche del 28 de mayo, los zapadores mamelucos que habían procedido a minar los muros de la fortaleza, abrieron, con ayuda de explosivos, una brecha permitiendo la entrada del resto  de ellos y precipitando la  conquista de la ciudad.

En pocos meses, las ciudades restantes en poder de los cruzados cayeron con facilidad y ninguna cruzada efectiva se organizó para recapturar Tierra Santa tras la caída de Acre, pues otros ideales habían sustituido el entusiasmo de los monarcas y nobles de Europa y aunque el Papado realizó enérgicos esfuerzos para levantar expediciones que liberaran la Tierra Santa, estos tuvieron poco impacto.

El ideal de la Cruzada estaba irremediablemente oxidado.

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