viernes, 8 de diciembre de 2017

José Antonio Manso de Velasco, un hombre con mala suerte

Tal día como hoy 8 de diciembre de 1744, en Chile, el gobernador José Antonio Manso de Velasco funda la ciudad de Copiapó.

José Antonio Manso, pertenecía a la aristocracia riojana y se incorporó al ejército en 1705, participando en la Guerra de Sucesión y posteriormente en  el sitio de Ceuta en 1720, en el  de Gibraltar en 1727, en la reconquista de Orán en 1732, y en las guerras de Italia. Obtuvo al final de su carrera, el grado de Brigadier general y el título de caballero de la Orden de Santiago.

En octubre de 1736 se le otorgó el cargo de Gobernador de Chile, como Gobernador, Capitán general y Presidente de la Real Audiencia, hasta junio de 1744. Se destacó por la fundación de nueve ciudades, entre ellas la de Copiapó en 1744

También se preocupó del urbanísmo de Santiago de Chile, iniciando la mejora del cauce del  río Mapocho, para evitar las frecuentes inundaciones, siendo su gestión reconocida como una de las más eficientes del reino. En diciembre de 1744 el rey le ordenó asumir el cargo de Virrey del Perú.

El 28 de octubre de 1746, se produjo uno de los más grandes terremotos que azotaron Lima y Callao. En Lima, sólo quedaron 25 casas en pie  y en el Callao, un tsunami con una ola de 17 metros de altura que penetró cinco kilómetros tierra adentro, mató aproximadamente 5.000 personas, pues apenas se salvaron 200.

El virrey José Antonio Manso de Velasco decidió vencer la desolación y tomar cartas en el asunto, emprendiendo la reconstrucción de Lima.

Hizo tan magna obra que mereció el reconocimiento de sus habitantes y del propio rey que lo premió en 1748 con un título nobiliario que él mismo eligió: Conde de Superunda, que quiere decir "sobre las olas".

Viejo y cansado, a los 71 años de edad, solicita autorización a Fernando VI para regresar a España, lo cual le es concedido.

Su desgracia llegó cuando en 1762, estando de paso por el puerto de La Habana, le sorprende un conflicto con Inglaterra que supuso el sitio de la isla. Al ser el militar de más alto rango, es nombrado por el Gobernador de Cuba  “Presidente de la Junta Consultiva de Guerra” y encabezó la resistencia con tropas mal entrenadas y con peor equipamiento, hasta que tuvo que rendirse ante los ingleses.

Apresado por estos fue llevado a Cádiz, donde en su calidad de Presidente de la Junta Consultiva de Guerra, se le abrió un consejo de guerra,  por los términos de la rendición de Cuba, siendo condenado a la pena de "suspensión por 100 años de todo empleo militar" y confinamiento en la ciudad de Granada.

Murió en 1767, cuando contaba setenta y nueve años, en Priego - Córdoba-  a donde se había retirado cuando le liberaron de la prisión,  pobre, despreciado y en el mayor anonimato. Allí, en la iglesia de San Pedro, reposan los restos de un héroe ignorado que consagró toda su vida al servicio de España.

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