Tras la derrota del régimen nazi en 1945, los países aliados - Estados Unidos, URSS, Gran Bretaña y Francia- se repartieron el país y la ciudad de Berlín en zonas de influencia que acabarían por introducirse de forma forzosa en la Guerra Fría.
En 1949 se reconoció la existencia de estas dos Alemanias y la división de la capital de forma similar, lo que la convertiría en uno de los mayores focos de tensión del conflicto y en la que se destaca la construcción del Muro de Berlín para evitar la salida de la población de Berlín este a Berlín oeste.
Como ocurriría en el resto de países satélite, los dos Alemanias serían el escenario de las disputas entre Estados Unidos y la URSS, influyendo así en la política y la economía.
La situación cambió cuando, debido al debilitamiento de la Unión Soviética, la población y el gobierno alemán comenzaron un proceso de reunificación que dio su pistoletazo de salida con la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989.
Con Mijaíl Gorbachov a la cabeza, la URSS iría desmantelándose y dando lugar a una apertura en la que los países de su zona de influencia se librarían del control soviético.
Alemania pasaba a ser un único estado federal formado por 16 länder y con capital en Berlín.
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