Tal día como hoy 13 de octubre de 1909, el político anarquista y pedagogo español Francisco Ferrer Guardia fue fusilado en Barcelona, cumpliéndose así la pena capital a la que lo condenaron por su supuesta participación en los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona.
Ferrer Guardia llevaba tiempo siendo un estorbo para el gobierno y los políticos conservadores del país. Convencido anarquista, poseedor de una gran fortuna y conocido en los países vecinos como un pedagogo y un educador de prestigio, Ferrer Guardia se hizo famoso por fundar la Escuela Moderna ,laica y ajena al oscurantismo propio de la época y promovido por las altas esferas de la Iglesia Católica.
Para la izquierda española era un referente y un rival a partes iguales pero en muchos casos era tolerado debido a que utilizaba toda su fortuna y recursos para las acciones y promociones de los partidos y las asociaciones de las que era miembro.
En 1906 fue detenido por su participación en el atentado contra Alfonso XIII llevado a cabo por Mateo Morral el día de la boda del rey, pero fue puesto en libertad al año siguiente por falta de pruebas concluyentes.
Llegamos así a 1909. El ataque de unas cabilas marroquíes contra posiciones españolas llevó al gobierno de Antonio Maura a movilizar a los reservistas de Madrid y Barcelona. La Ciudad Condal era un hervidero de radicalismos, movilización obrera e ideologías nacionalistas y el embarque de los regulares para luchar en Marruecos desembocó en un levantamiento civil en toda regla.
Entre el 26 de julio y el 1 de agosto Barcelona fue un campo de batalla en el que las barricadas, los incendios, los enfrentamientos callejeros y la quema de iglesias y conventos estuvieron a la orden del día. Cuando la situación ya estuvo controlada, algunos sectores de la política española y las autoridades aprovecharon el clima pro-represión para acusar a Francisco Ferrer Guardia de haber incitado y orquestado parte de los disturbios y arrestarlo.
El juicio se caracterizó por su falta de garantías. Las declaraciones permitidas -muchos testigos que podrían haber exonerado al acusado fueron vetados- se caracterizaron por el rencor y el odio hacia Ferrer Guardia y la única condena que alguna vez llegó a considerarse fue la de muerte.
La noche anterior a su muerte escribió un testamento. En él podría leerse: “Deseo que en ninguna ocasión ni próxima ni lejana, ni por uno ni otro motivo, se hagan manifestaciones de carácter religioso o político ante los restos míos, porque considero que el tiempo que se emplea ocupándose de los muertos sería mejor destinarlo a mejorar la condición en que viven los vivos, teniendo gran necesidad de ello casi todos los hombres.
Deseo también que mis amigos hablen poco o nada de mi, porque se crean ídolos cuando se ensalza a los hombres, lo que es un gran mal para el porvenir humano. Solamente los hechos, sean de quien sean, se han de estudiar, ensalzar o vituperar, alabándolos para que se imiten cuando parecen redundar al bien común, o criticándolos para que no se repitan si se consideran nocivos al bienestar general”.
El fusilamiento de Francisco Ferrer Guardia trajo graves problemas para el gobierno, ya que fue inmediatamente seguido de una ola de protestas internacionales. Si a eso sumamos lo sucedido durante la Semana Trágica, Maura no tuvo más opción que dimitir.
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