domingo, 25 de octubre de 2020

El naufragio del trasatlántico "Principessa Mafalda"

 

Tal día como hoy 25 de octubre de 1927, se produce el hundimiento frente a las costas brasileñas del trasatlántico italiano "Principessa Mafalda", en el que mueren 314 personas..

La nave Principessa Mafalda, de la empresa Navigazione Generale Italiana, era un vapor de lujo, con un desplazamiento de 9.200 toneladas, 147 metros de longitud, 16,80 m de ancho) y podría navegar a 18 nudos.

Su viaje inaugural al Plata fue motivo de encendidos comentarios: era el primer paquebote de gran lujo que uniría estas costas con el Mediterráneo y ostentaba el privilegio de ser uno de los buques más veloces de su tiempo. A partir de ese momento fue la nave predilecta de las familias pudientes argentinas, uruguayas y brasileñas que viajaban al viejo continente y un constante introductor de inmigrantes en sus travesías de regreso.

El honor del nombre del buque le correspondía por la segunda hija del rey de Italia, la princesa Mafalda María Elisabetta Anna Romana di Savoia.

Este transatlántico italiano se hundió el 25 de octubre de 1927 frente a las costas de Brasil. En la tragedia perdieron la vida 481 personas, muchos de ellos argentinos. En su momento, la noticia conmovió al mundo y por comparación, se decía que era el Titanic del Atlántico Sur.

El “Principessa Mafalda” fue la gran nave de su tiempo, única capaz de unir Italia con Argentina en catorce días. El 25 de octubre de 1927 cumplía su nonagésima travesía.

El hundimiento del “Principessa Mafalda” fue una de las tragedias marinas más impresionantes que se recuerdan, ocurrida en época de paz. Había partido del puerto de Génova el 11 de octubre de 1927, con 1.261 pasajeros a bordo en el que sería su último viaje.

El vigesimoquinto viaje de la fragata Sarmiento se inició el 29 de mayo de 1927. Cuando se encontraba en pleno viaje de instrucción, al arribar al puerto de Génova, el comandante del buque escuela, decidió enviar a Buenos Aires al conscripto Anacleto Bernardi y al cabo principal Juan Santoro, ante el agravamiento de la pulmonía que habían contraído durante el viaje. Se decidió que embarcaran en el trasatlántico “Principessa Mafalda”, el cual zarparía en breve con destino a la capital argentina.

Tanto el personal de la fragata Sarmiento como los pasajeros del buque desconocían que este navío se encontraba con problemas en su estructura, lo cual había motivado reparaciones de último momento y la demora de casi seis horas para abandonar la dársena italiana.

Los arreglos realizados al Principessa Mafalda no fueron suficientes. Cerca de la costa del estado brasileño de Bahía se hizo evidente que el buque no llegaría a destino. Notificados de esa situación, Bernardi y Santoro se presentaron ante el capitán del “Principessa Mafalda” y ofrecieron su colaboración, aún en el estado de convalecencia por la enfermedad que los aquejaba.

Mientras se preparaban los primeros botes, ambos procuraron tranquilizar al pasaje, recorriendo el interior de la nave, embarcando gente, arriando botes y negándose a ocupar lugar en ellos por su condición de marinos.

Bernardi se portó heroicamente salvando muchas vidas. En su último minuto en el barco, cuando la alternativa era arrojarse al mar o hundirse con aquella mole herida de muerte, vio que un anciano vacilaba sobre la cubierta y le entregó su propio cinturón de corcho. Después, Bernardi sufrió un espantoso fin.

El buque tardó menos de 3 minutos en hundirse. Bernardi, Santoro y otras 9 personas quedaron agarrados a una escala de desembarco durante media hora. Abajo, esperaban los tiburones… Estaban a 300 metros del barco “Mosella” e intentaron llegar hasta este a nado, única y última perspectiva de sobrevivir. Sólo llegan Santoro –extraordinario nadador y de una resistencia física increíble- y el conde italiano Vicario Giúdici. 

Los restantes, incluido el héroe de 20 años, que quería la vida y renunció a vivir por cumplir con su deber, eran abatidos por los tiburones, en una muerte horrible. A este héroe su patria Argentina lo evoca con emoción y gratitud.


 















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