Tal día como hoy 15 de febrero de 1993, en Madrid, la policía desarticula una banda de trata de blancas que había introducido ilegalmente en España a más de 2000 ciudadanas dominicanas para dedicarlas a la prostitución.
La policía calculó que unas 2.000 dominicanas habían sido introducidas ilegalmente en España en los tres últimos años por una organización que las explotarla en clubes, donde eran obligadas a ejercer la prostitución. El secuestro, incluso de menores, los malos tratos, las amenazas de muerte y hasta la mutilación eran los métodos de los presuntos delincuentes para coaccionar a las mujeres, a las que se les aseguraba que trabajarían como asistentas, mientras que, una vez en España, se prostituían hasta pagar el coste del viaje, cercano a 1,5 millones de pesetas.
La red delictiva desarticulada por la policía estaba formada por ocho personas. Se trataba de una organización de tipo familiar y de carácter mafioso, dirigida por Esteban Ruiz Ciriaco, alias Elisa, de 29 años, originario de Santo Domingo y nacionalizado español. Este hombre tiene antecedentes por agresión a agentes de la autoridad, lesiones con arma blanca y dos detenciones, en 1990 y 1992, por proxenetismo y trata de blancas.
Con él colaboraban su compañero sentimental, Emilio Mora García, alias Jaime, nacido en Elche hace 24 años; tres hermanos de Esteban: Freddy, Tomás y Escolástica, esposa esta última de Emilio, de 27, 31 y 34 años, respectivamente; Pura Tolentino, de 41; Yoselín Pérez Pichardo, de 27, Dominicano, al igual que los anteriores, y el español Carlos Manuel Velázquez Fernández, de 27 años, según informó la policía.La red hacía pasar por turistas a las mujeres para introducirlas ilegalmente. Les proporcionaban un pasaporte falso y dinero y las aleccionaba para que fingieran que su viaje obedecía a motivos turísticos o familiares.
Los presuntos delincuentes también facilitaban a las mujeres dos pasaportes de la República Dominicana; tras cruzar el control de emigración en el aeropuerto de Santo Domingo con uno de los documentos, se vestían con hábitos religiosos, y haciéndose pasar por religiosas, entraban en España con el otro pasaporte.
En otras ocasiones han entrado con un niño, alquilado o secuestrado, acompañado por un supuesto matrimonio. Un niño de dos años, introducido así está internado en un colegio de la Comunidad de Madrid.
Las jóvenes eran captadas entre los estratos más humildes de la sociedad y con un alto índice de analfabetismo. La red les ofrecía un trabajo digno, como empleadas del hogar, cuidando niños o en supermercados. Una vez en España, eran obligadas, bajo coacciones y amenazas, a ejercer la prostitución para pagar la deuda contraída: millón y medio de pesetas.
Las mujeres eran sometidas a todo tipo de malos tratos, y permanecía prácticamente secuestradas en pisos de Madrid. Si se negaban a pagar el viaje o pretendían independizarse eran maltratadas físicamente. Otras veces las agresiones han alcanzado a familiares de estas mujeres en Santo Domingo. A una de ellas, que regresó a su país sin consentimiento de la red, le fue amputada una oreja.
Los agentes localizaron a 46 extranjeras, 36 de ellas dominicanas, explotadas en seis clubes de la capital: Río, Yumbo, Montmartre, Ibiza, Hawai y Expo, situados la mayor parte en el centro y en Vallecas.
La Trata de Personas es un delito que tiene como finalidad la explotación de la persona en diversas actividades, una de ellas es la sexual. La historia de este delito es amplia y se remonta a la comercialización de mujeres africanas e indígenas como mano de obra, servidumbre y como objetos de satisfacción sexual.
Sin embargo, el término de Trata de Blancas se generó a partir de las guerras mundiales, en donde mujeres europeas de piel blanca eran captadas y transportadas a otros países e incluso otros continentes, siendo vendidas como concubinas y servidoras sexuales en redes de prostitución.
Este delito comenzó a crecer a lo largo del tiempo, como un negocio que genera ganancias millonarias al haber una gran demanda, es por esta razón, es que los tratantes comenzaron a comercializar no solo a mujeres blancas, si no a cualquier mujer, niña, niño y adolescente para cubrir con la demanda de sus consumidores.
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