Hace ya bastante tiempo me contaron un chascarrillo, en el que un trabajador - afiliado al partido comunista - al que le había tocado una primitiva de cientos de millones de euros, llamaba al día siguiente a la sede de este partido y decía:
-¿Es ahí el partido comunista…? - Si aquí es, dígame…, respondían del otro lado - Que soy el de la primitiva de ayer… Que me borréis…
Esto tenía hasta gracia en aquellos años, pero era porque entonces se concebía – de forma errónea – la identificación de la izquierda con la indigencia, o al menos con la penuria, y estoy convencido que eso es absolutamente falso.
Y no es de ahora de donde debemos partir como referente, sino que desde hace decenios tenemos ejemplos de que ha habido millonarios, o cuando menos gente rica, haciendo gala de izquierdismo, mientras vivían como canónigos pre conciliares, gracias a sus muchos cuartos.
El más insigne de todos ellos, Don Carlos Marx, por no ir más allá, no pertenecía al proletariado al que defendía, sino a la clase media alta y sus estudios superiores, fueron costeados por su familia sin dificultad económica alguna.
Ya en época más reciente, el hombre más rico del mundo Bill Gates, se define socialista y de izquierdas, y en nuestro país, todos los dirigentes de la Sociedad General de Autores, que seguro no se dejan ahorcar por un buen puñado de millones, dicen comulgar - es un decir - con los postulados de esta ideología, mientras sangran – en la forma más capitalista que imaginarse puede – a los auténticos proletarios, cuando estos quieren comprarse un simple CD.
Esto sucede – pienso yo – porque los mortales solemos confundir ideología con posición social, y eso de que ser indigente equivale a ser izquierdista, y por el contrario es obligatorio sentirse de derechas en caso de tener dinero, es una falacia más, de las muchas con que nos levantamos todos los días.
Días atrás, sin ir más lejos, en la página de apertura de un diario digital venía una entrevista al cantante Sting, integrante del extinto grupo Police el cual aparecía en una foto repantigado en el sofá de su casa, mientras la frase que daba título a la noticia, era - “Yo soy socialista, aunque sea muy rico…”
Como justificación al reconocimiento de su muchísima pasta, al preguntarle el entrevistador en que consistía su socialismo este le aclaró que era porque el dinero no lo guardaba, sino que se lo gastaba en la gente...
Esto es cierto, porque creo que lo gasta en quien le vende los coches, los dueños de los restaurantes donde va, sus agentes de viajes, el propietario de su inmobiliaria, sus joyeros, sus mujeres, su club de golf, etc. etc. y además no miente, porque todos ellos son - sin duda alguna – gente.
¡Como envidié su claridad de ideas…! Tener todo el dinero que se quiera, gastarlo a manos llenas en lo que te de la gana y encima ser socialista… Bueno, lo que yo colegí de inmediato es que de “sociatonto”, tenía más bien poco.
Y digo esto, porque de no haber dicho que era socialista, haciendo exactamente lo mismo sin agregar la talismánica filia política, nuestro personaje habría sido al instante catalogado como un asqueroso capitalista insolidario, pero... ¡ah, la etiqueta!.
Con esto sucede exactamente igual a lo que ocurre con las dictaduras, en las que - como es sabido – mientras las de derechas tienen centros de tortura, las de izquierda los tienen de reeducación…
Aunque cada vez veo más difícil - paciente lector - que la fortuna me sonría con sus dones, en caso de que esta improbable circunstancia sucediese y como soñar no cuesta dinero, ya tengo cavilado como iba a definirme ante la prensa, cuando me preguntasen por mi filiación política.
Primero pensé denominarme comunista libertario, pero eso me sonó casi burgués y por ello decidí auto calificarme anarco sindicalista, ya sabes, de los de Bakunin - aristócrata por cierto - el de los colectivismos, sin gobiernos ni parásitos sociales… Excepto yo, claro…
Tal como te digo...,¡Con un par de gónadas…!
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