Cuando Elvis cumplió los 21 años el 8 de enero de 1956, sabía que podía ser llamado por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en cualquier momento. Finalmente recibió la notificación cerca de la Navidad del año siguiente, pero previo pedido de autorización al Pentágono inició su entrenamiento recién en marzo del ‘58 porque estaba comprometido con la producción de la película King Creole.
La intención inicial de la cúpula del ejército era que el músico formara parte de las llamadas Fuerzas Especiales y sólo tendría que hacer seis meses de entrenamiento básico y actuar frente a los marines cuando el gobierno se lo requiriera. Pero su manager, el Coronel Tom Parker, se negó rotundamente, Elvis debía cumplir con el servicio militar de manera regular sin ningún privilegio especial.
Presley tomó la noticia con disgusto, pero aceptó los argumentos de su manager, que veía la conscripción como una forma de lavar su imagen. Lo que más preocupaba a Elvis era que ese tiempo fuera de la esfera pública arruinara su éxito y que la moda del rock and roll desapareciera, o aún peor, que el público se olvidara de él.
El ingreso del Rey del Rock and Roll al servicio militar se hizo con bombos y platillos, aunque para sus fanáticos fue un golpe duro. A los cuatro días fue transferido a Fort Hood, en Texas, para completar su entrenamiento en la división de tanques y al cantante se le permitió instalarse en una casa cerca de la base con toda su familia e ir al estudio a grabar las canciones que serían lanzadas en los siguientes dos años.
Cuando terminó su entrenamiento en los Estados Unidos, fue transferido a la Tercera División Armada (apodada la “punta de lanza”) en los cuarteles Ray Barracks, situadas en Friedberg, Alemania Occidental.
En Alemania, el músico pudo vivir fuera de la base, primero en hoteles y luego en una casa, junto a su padre, su abuela, sus guardaespaldas y su secretaria. Un lujo que solo una estrella de su calibre podía darse. Los fanáticos se agolpaban en cada uno de los lugares donde habitaba. En la residencia que ocupó en un pueblito cercano a la base llamado Bad Nauheim, todos los días firmaba autógrafos entre las 7.30 y las 8 de la noche.
En el ejército, Elvis cumplía sus tareas como cualquier otro y gracias a su buen desempeño llegó a ser nombrado sargento. Sin embargo, allí también agudizó su consumo de drogas. A los sedantes que tomaba le sumó anfetaminas que lo ayudaban a soportar la fatiga y que continuó consumiendo después de haber finalizado su reclutamiento.
Durante esos dos años de ausencia, sus canciones no dejaron de sonar. De hecho, en ese período diez de ellas llegaron al top ten de los rankings, como “Hard Headed Woman” y "A Big Hunk O’ Love”.
La jugada del Coronel Parker de haber permitido que Elvis hiciera el servicio militar completo y se alejara dos años de los escenarios fue arriesgada, pero terminó rindiendo frutos. Logró que durante la ausencia del cantante su música siguiera vigente, consiguió que la revolución que había causado en los jóvenes se enfriara y lo trajo de nuevo a la industria del entretenimiento como un héroe nacional. Su éxito se mantuvo hasta mediados de los ‘60, Elvis Presley finalmente había conquistado a toda Norteamérica.
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