Tal día como hoy 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares, muy cerca de Madrid, se cree que nació Miguel de Cervantes Saavedra es el autor más reconocido de la literatura española y famoso internacionalmente por su gran obra El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Aunque muchos capítulos de su vida siguen siendo un misterio, su popularidad hizo que desde el siglo XVIII se investigase en profundidad su figura. En 1569 comienza la carrera literaria de Cervantes con la publicación de varias composiciones poéticas que serían publicadas y alabadas por su maestro, Juan de López de Hoyos. Ese mismo año huyó a Roma y al poco tiempo se alistó en la Armada de la Santa Liga que le llevaría a combatir en Lepanto en el año 1571.
En 1575 ocurriría otro de los sucesos más importantes en la vida del escritor: el barco en el que volvía a España fue secuestrado por piratas y fue llevado a Argel. Tras ser liberado en 1580, Cervantes permanecería en España e intentaría hacerse un lugar y un nombre a través de las letras.
La popularidad que habían adquirido el teatro y los corrales de comedias, Cervantes volcó sus esfuerzos a este tipo de obras entre las que se pueden destacar “Numancia” o “El trato de Argel”. El propio Cervantes declaró haber escrito entre veinte y treinta comedias de las que no hay rastro. Su carrera vivió un hito significativo con la publicación de la primera parte de “La Galatea”.
En 1605 apareció publicada en Madrid la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, un relato de aventuras en el que Cervantes parodiaba el género de las novelas de caballería al trasladar las hazañas que le pasarían habitualmente a personajes como Amadís de Gaula a la mente de un caduco hidalgo castellano que ha perdido el juicio. Aunque el éxito del libro fue casi inmediato, la repercusión en la calidad de vida del escritor no se hizo notar demasiado. Tras numerosas penurias económicas, Miguel de Cervantes falleció el 22 de abril de 1616 pero su nombre se hizo eterno.
Unos meses antes de su muerte, Cervantes había tenido una recompensa moral por sus penurias e infortunios económicos: uno de los censores, el licenciado Márquez Torres, le envió una recomendación en la que relataba una conversación mantenida en febrero de 1615 con notables caballeros del séquito del embajador francés: "Preguntáronme muy por menor su edad, su profesión, calidad y cantidad. Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a que uno respondió estas palabras: "Pues ¿a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?". Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento y con mucha agudeza: "Si necesidad le ha de obligar a escribir, plaga a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo".
En efecto, ya circulaban traducciones al inglés y al francés desde 1612, y puede decirse que Cervantes supo que con el Quijote creaba una forma literaria nueva. Supo también que introducía el género de la novela corta en castellano con sus Novelas ejemplares y sin duda adivinaba los ilimitados alcances de la pareja de personajes que había concebido.
Sus contemporáneos, si bien reconocieron la viveza de su ingenio, no vislumbraron la profundidad del descubrimiento del Quijote, fundación misma de la novela moderna. Así, entre el 22 y el 23 de abril de 1616, murió en su casa de Madrid, asistido por su esposa y una de sus sobrinas; envuelto en su hábito franciscano y con el rostro sin cubrir, fue enterrado en el convento de las trinitarias descalzas, en la entonces llamada calle de Cantarranas.
A principios de 2015, un grupo de investigadores que se había propuesto localizar su tumba encontró un ataúd con las iniciales "M.C.", pero el examen de su contenido reveló que no podía ser el del escritor. En marzo del mismo año, los estudiosos concluyeron que sus restos mortales se hallaban en un enterramiento en el subsuelo de la cripta, mezclados tras un traslado con los de otras dieciséis personas.
Las fuentes del arte de Cervantes como novelista son complejas: por un lado, don Quijote y Sancho son parodia de los caballeros andantes y sus escuderos; por otro, en ellos mismos se exalta la fidelidad al honor y a la lucha por los débiles. En el Quijote confluyen, pues, realismo y fantasía, meditación y reflexión sobre la literatura: los personajes discuten sobre su propia entidad de personajes mientras las fronteras entre delirio y razón y entre ficción y realidad se borran una y otra vez.
Pero el derrotero de Cervantes, que asistió tanto a las glorias imperiales de Lepanto como a las derrotas de la Invencible ante las costas de Inglaterra, sólo conoció los sinsabores de la pobreza y las zozobras ante el poder. Al revés que su personaje, no pudo escapar nunca de su destino de hidalgo, soldado y pobre.
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