lunes, 1 de diciembre de 2025

Gonzalo Fernández de Córdoba el "Gran Capitán", el héroe español que cambió el arte de la guerra

Tal día como hoy,  2 de diciembre de 1515, fallecía  Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como el "Gran Capitán", el héroe militar al servicio de los Reyes Católicos, que cambió el arte de la guerra para siempre.

Gonzalo Fernández de Córdoba, nació en la localidad cordobesa de Montilla en 1453. Tras fallecer su padre, Gonzalo fue enviado a Córdoba, para ser educado por un pariente lejano, llamado Diego de Cárcamo. 

En aquel momento Castilla, se encontraba sumida en una guerra civil, entre el Rey Enrique IV y el pretendiente al trono, Alfonso de Castilla, señor del que Gonzalo Fernández de Córdoba, fue paje siendo todavía un niño.

En el campo de batalla, Gonzalo comenzó a destacar al servicio de los Reyes Católicos, durante el cerco a la ciudad de Granada. Sin embargo, sería Italia el país en el que pasaría a la posteridad y en el que se ganaría, su sobrenombre de "Gran Capitán", al demostrar sus grandes dotes militares. 

Allí,  Gonzalo Fernández de Córdoba contuvo la invasión francesa, dirigida por el Rey Carlos VIII e incluso liberó a Roma y los Estados Papales, del corsario Menaldo Guerri.

El "Gran Capitán" regresó a España, tras mantener a raya al enemigo. Tiempo que aprovechó, para reestructurar al ejército y modificar la estrategia militar, en base a las lecciones aprendidas, durante la campaña italiana. 

La infantería, pasaba a ser la principal fuerza de combate y las armas de fuego, adquirieron gran protagonismo. Esta reorganización, sentó las bases de los futuros Tercios Españoles, motivo por el cual es considerado, padre de estos.

La organización de los tercios españoles, se basaba en una estructura jerárquica y disciplinada, compuesta por compañías, con una mezcla de piqueros, arcabuceros y mosqueteros. 

Cada tercio tenía un Maestre de Campo, como comandante supremo, apoyado por un Sargento Mayor y capitanes al mando de las compañías. Su sistema mezclaba, armas blancas y de fuego, lo que, combinado con su profesionalidad, los convirtió en una fuerza militar de élite, durante los siglos XVI y XVII.

Inicialmente, los tercios se dividían en 10 compañías, pero con el tiempo se estandarizaron, a 15 compañías mixtas.Cada compañía, incluía una mezcla de piqueros (con picas), arcabuceros (con arcabuces) y mosqueteros (con mosquetes). 

Un tercio podía tener, entre 1.300 y 1.500 hombres, aunque las cifras teóricas iniciales eran más altas, llegando hasta 3.000 efectivos, en algunos casos.Incluían un cuerpo de policía militar, capellanes y un sistema de justicia interno, similar a un tribunal militar. 

Los tercios se caracterizaban, por ser unidades de voluntarios entrenados, lo que los convirtió, en un ejército profesional moderno y les otorgó gran eficacia en combate. Gonzalo Fernández de Córdoba, hizo de la infantería española aquel ejército formidable, del que decían los franceses, después de haber luchado contra él, que "no habían combatido con hombres sino con diablos".
 
En 1500, Gonzalo Fernández de Córdoba, hizo frente a una nueva invasión francesa en Italia. Los franceses, terminaron capitulando y abandonando Nápoles, territorio del cual fue Virrey, hasta que Fernando el Católico lo destituyó, tras hacerse eco de ciertos rumores, que lo acusaban de apropiarse de fondos de guerra, durante el conflicto italiano. 

Este hecho, obligó a Gonzalo a volver a España y establecerse en Granada, lejos de la Corte, En el verano de 1515, la salud del Gran Capitán entró en crisis. Las fiebres cuartanas, que contrajo en la ribera del rio Garellano, poco antes de la batalla, donde obtuvo una de sus victorias más sonadas, fueron consumiendo su salud poco a poco.

Su estado anímico, tampoco ayudaba en su recuperación. Ya no pudo volver a montar a caballo y apenas podía caminar sin ayuda. El 2 de diciembre de 1515, el cordobés falleció en su casa de Granada, rodeado de su círculo familiar y de sus deudos. El viejo rey Fernando el Católico, gobernador de Castilla, murió un mes después

Aunque puede que no sea más que una leyenda, se cuenta que el rey Fernando el Católico, pidió a Gonzalo cuentas, de en qué había gastado el dinero de su reino. Esto habría sido visto por este, como un insulto. De la respuesta hay varias versiones, la más común dice:

"Por picos, palas y azadones para enterrar a los muertos del enemigo, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas, rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados, no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas, a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces, del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados".

Cierta la anécdota o no, la expresión "las cuentas del Gran Capitán", ha quedado como frase hecha, para una relación poco pormenorizada, en la que los elementos que la integran, parecen exagerados, o para una explicación pedida por algo a la que no se tiene derecho.

El Gran Capitán fue un genio militar excepcional, que revolucionó la técnica de la guerra, siendo idolatrado por sus soldados y admirado por todos, pero su popularidad – como sucede siempre en este país de envidiosos - fue precisamente su mayor enemigo y su desgracia.