sábado, 10 de marzo de 2018

El inicio de la cruzada contra los albigenses

Tal día como hoy 10 de marzo del 1208, el papa Inocencio III proclama la guerra santa contra los cátaros o albigenses.

La expedición militar de 1209, conocida como “campaña relámpago” inició la participación convocados por el papa Inocencio III, contra los cátaros. Entre sus hechos de armas destaca la masacre de Béziers, que se produjo tras acceder los cruzados al interior de esta plaza y matar a gran parte de su población.

En la segunda mitad del siglo XII se había difundido en las tierras de langue d’oc el catarismo, considerado herejía por la Iglesia católica y la creciente preocupación del papa Inocencio III le movió a enviar legados para erradicarla y para ello depuró numerosos altos cargos eclesiásticos que sustituyó por prelados de su confianza.

Inocencio III consideraba que los herejes, por ser una amenaza interna a la cristiandad, eran peores que los musulmanes y convertían a Occitania en un territorio donde purificar de los cátaros y a quienes los consentían, según refleja la carta de Inocencio III proclamando la cruzada.

El papa, deseaba que fuera el propio rey de Francia Felipe Augusto, quien liderara la cruzada contra los albigenses, pero sus intereses políticos le hicieron considerar secundario el conflicto, pero aunque no lideró la expedición, permitió que se alistaran sus nobles y el ejército cruzado se concentró en Lyon en la primavera de 1209, compuesto por unos cinco mil jinetes, y unos diez mil acompañantes a pie.

Dado que la organización militar correspondió al Papado, Inocencio III dio el mando directo a Arnaldo Amalrico, un joven y enérgico abad cisterciense, que se demostró como el perfecto brazo de la línea dura para el exterminio de la herejía.

Ante el temor de la inminente llegada de los cruzados, los nobles occitanos se apresuraron a mostrar su ortodoxia católica mediante procesiones y penitencias públicas, tomando la cruz y poniéndose a disposición de los legados pontificios.

Pero quien recibió los primeros ataques fue Ramón Roger de Trencavel, no solo porque estaba considerado, un protector de herejes, sino porque no tenía los apoyos exteriores y el poder militar de otros condes. En sus tierras se encontraba Albi  -de ahí el término “albigense” -, que se convirtió en el foco de la herejía cátara, según el punto de vista cruzado.

Así, en junio de 1209, el ejército cruzado puso sitio a Béziers y el 22 de julio una salida de la guarnición dejó las puertas desprotegidas y por ellas entraron los cruzados y masacraron a gran parte de los pobladores, que Arnaldo Amalrico, a quien se atribuye la frase “matadlos a todos: Dios reconocerá a los suyos”, cifró en casi 20.000 muertos.

La brutal conquista de Béziers extendió el temor por toda Occitania y a partir del verano de 1209 el abad Arnaldo delegó la dirección militar en Simón de Montfort, mientras que él ocupaba de la diplomacia y cuestiones religiosas, formando un dúo coordinado que obtendría grandes victorias.

Ramón Roger de Trencavel - señor de Trencavel - fue encerrado en una de las torres de su antigua fortaleza de Carcasona y murió allí el 10 de noviembre de ese año, con lo que pronto corrieron los rumores de que había sido hecho asesinar por Simón de Montfort.

Por su parte, Simón de Montfort, pronto se revelaría como un gran estratega y un perfecto complemento de los planes del director de la cruzada Arnaldo Amalrico.

 Las matanzas no habian hecho más que empezar...

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