viernes, 19 de mayo de 2023

La batalla de Rocroi, principio del fin, de los tercios españoles

 

Tal día como hoy 19 de mayo de 1643 los ejércitos de la Monarquía Hispánica y el reino de Francia se enfrentan en una batalla decisiva junto a la pequeña plaza fuerte de Rocroi, en el norte de Francia.

Las coronas española y francesa llevan en guerra desde 1635, año en que el primer ministro de Luis XIII, el cardenal Richelieu, decide la entrada del reino en la Guerra de los Treinta Años tras el desplome sueco en Nördlingen para evitar la victoria de los Austrias. Hasta 1640, el conflicto se desarrolla a favor de la Monarquía Hispánica.

Sin embargo, las revueltas de Cataluña y Portugal, unidas a los primeros reveses, señalan un cambio de ciclo. Francia, con fuerzas más nutridas gracias a las reformas administrativas de Richelieu y a la red de alianzas tejida por este, lleva la iniciativa y ataca los puntos débiles de la Monarquía Hispánica: Cataluña y el Franco Condado.

Los Países Bajos españoles, que albergan la mejor fuerza de combate de la monarquía, el Ejército de Flandes, y se hallan a escasa distancia de París, se convierten en el frente donde Felipe IV vuelca sus recursos para desviar las ofensivas francesas de Cataluña y Borgoña.

En mayo de 1643, el Ejército de Flandes, comandado por Francisco de Melo, gobernador de los Países Bajos, invade el norte de Francia. Luis XIII fallece el día 14, y la regencia de Luis XIV, de cinco años, queda en manos de Ana de Austria y el sucesor de Richelieu, el cardenal Mazarino.

Si las fuerzas españolas consiguen victorias importantes, los muchos rivales aristocráticos de la reina regente y Mazarino puede rebelarse, por lo que la regencia concentra sus mejores fuerzas en Picardía. Un joven de apenas veintiún años y pariente del rey, Luis de Borbón, duque de Enghien, toma el mando.

Mientras los franceses se movilizan, Melo, secundado por el viejo conde de Fontaine, asedia la pequeña ciudad fortificada de Rocroi, en Champaña. El 18 de mayo, el ejército francés se aproxima a Rocroi para socorrer a los sitiados, y Melo envía correos urgentes para que acudan refuerzos desde Luxemburgo. Por la tarde, ambos ejércitos forman para la batalla. La infantería se dispone en el centro y la caballería en las alas.

La mañana del 19 se desencadena la batalla. Tras las respectivas plegarias y un intercambio de fuego artillero, la caballería hispánica carga por ambos flancos y pone en fuga a la francesa. Los jinetes de Isenburg y Alburquerque llegan hasta los cañones franceses.

Enghien contraataca: su línea de batalla acomete a la caballería hispánica al tiempo que las alas de Gassion y La Ferté-Senneterre regresan al combate y desbaratan del todo la caballería hispánica, que huye del campo de batalla. La infantería francesa del centro avanza contra la primera línea de infantería hispánica, inmóvil hasta entonces, y se traba un cruento combate. Fontaine, llevado en una silla de manos por la gota, muere de un disparo. También caen el conde de Villalba y Antonio de Velandia.

Melo toma el mando en persona mientras Alburquerque e Isenburg logran reordenar parte de las alas de caballería. No obstante, la mejor cohesión de los jinetes franceses se impone y la infantería hispánica queda sola.

Enghien lanza su infantería de frente contra los regimientos alemanes y los tercios valones que cierran las líneas de infantería hispánica. Acosados a su vez por la caballería francesa desde los flancos, los valones y los alemanes se desbandan tras sufrir numerosas bajas. Los tercios italianos logran retirarse con cierto orden, seguidos de Melo y la poca caballería que queda, lo que deja a la infantería española aislada en el centro. Para resistir las cargas francesas, los españoles forman un gigantesco escuadrón de miles de hombres.

Tras repetidas cargas de caballería, mermados también por la mosquetería francesa y ante la amenaza de cañonearlos con metralla, los mandos españoles se rinden con pactos, algo inédito hasta entonces en una batalla campal. El Ejército de Flandes sufre 10 000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros frente a unas 4000 francesas. La regencia de Ana de Austria y Mazarino se ha salvado y Melo ha perdido sus mejores tropas.

A pesar de la derrota francesa en Tuttlingen ese noviembre, Rocroi abre la puerta a grandes avances franceses en los años sucesivos. La tregua de 1647 con las Provincias Unidas y la Paz de Westfalia, al año siguiente, permitirán que Felipe IV reconstruya su posición en Flandes.


 

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