domingo, 10 de mayo de 2015

La grandeza humana de Damían de Molokay

Tal día como hoy 10 de mayo de 1873, el padre Damián viaja hacia la isla de Molokai, donde estaban confinados los enfermos de lepra.

“Damián de Molokai”, fue un misionero católico belga, hijo de granjeros, venerado especialmente por los habitantes de Hawái, por haber dedicado su vida al cuidado de los leprosos de Molokai.

Dejó la escuela a los 13 años para trabajar en el campo y,  al cumplir los 18, volvió a los estudios y al mismo tiempo, reflexiona sobre su posible vocación religiosa, que empezaba a despertar mediante una correspondencia con un novicio de los Padres de los Sagrados Corazones, de forma que en febrero de 1859, se convirtió en el “Hermano Damián”, al comenzar el noviciado en esta Congregación .

En marzo de 1864 llegó al puerto de Honolulu como misionero, pudiendo comprobar, que los nativos hawaianos estaban afectados por enfermedades traídas por comerciantes y exploradores, como la plaga de la lepra, la sífilis y otras.

Cuando la lepra se reveló en toda su crudeza, el Gobierno de Hawai reaccionó como hasta entonces lo habían hecho todos los del mundo: aislando a los enfermos, arrojándolos fuera de la comunidad y el rey hawaiano Kamehameha IV, los confinó en soledad a la isla de Molokai, donde se concentraron seiscientos, que se veían forzados a pelear unos contra otros para poder sobrevivir.

La llegada de Damian a Molokai, no sería inmediata, pues durante más de ocho años estuvo en la isla de Hawai y aprendió la lengua canaca, siendo en mayo de 1873, cuando llegó a la leprosería de Kalawao, acompañado de 50 leprosos que iban a ser recluidos y algunas cabezas de ganado para su sustento.

Damián, no sólo convivió con su enfermedad, sino con su pobreza, llegando al corazón de aquellos seres marginados, porque los tocó, los abrazó, conversó con ellos en su propia lengua, vendó sus heridas, amputó cuando fue necesario dedos y pies, compartió con ellos su comida, rió con ellos, jugó con sus hijos enfermos, no mostró ningún signo de repulsión y fue aceptado por los leprosos como uno más.

Con su llegada y bajo su liderazgo, las leyes de convivencia básicas se restablecieron, volviéndose a pintar las casas y trabajar en las granjas, convirtiéndose algunas de ellas en colegios.

El rey David Kalākaua, invistió a Damián con el honor de Caballero Comandante de la Real Orden de Kalākaua, que el nunca usó, siendo su labor conocida en los Estados Unidos y en Europa, donde reunieron gran cantidad de dinero para la misión.

En diciembre de 1884, Damián sabía, que estaba leproso pues cada mañana, introducía sus pies en agua casi hirviendo para advertirlo, pudiendo notar que ya no podía sentir el calor, lo cual era síntoma inequívoco, pero pese a este descubrimiento, siguió trabajando y planificando el programa que había creado para cuando él muriese.

Después de cuatro terribles años de sufrimiento, en abril de 1889, moría Damián en Molokai, a los 49 años, como un leproso más, siendo su hazaña dada a conocer por el escritor escocés Robert Louis Stevenson, que publicó una carta abierta en Sídney - Australia - que recorrió el mundo y sentó las bases de su fama internacional.

Mahatma Gandhi, defendió la obra y el trabajo de Damián y declaró de él que, “había sido una inspiración para sus campañas sociales en la India, al lograr la libertad de su pueblo, asegurando la ayuda para con los necesitados”.




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