Tras la batalla de Vitoria, el 21 de junio de 1813, las tropas de Wellington avanzaron hacia la frontera, entrando en Irún el 30 de junio y aunque, en principio, los franceses habían sido ya prácticamente derrotados, aun mantenían varias plazas, como las de San Sebastián y Pamplona, y Wellington se preparó para tomarlas.
Era de esperar, que los franceses intentaran romper los sitios de San Sebastian y Pamplona, de modo que se dispuso la defensa de los pasos del río Bidasoa, pero los franceses se reagruparon antes de lo que se esperaba, y concentraron un ejercito de 18.000 soldados, al mando del mariscal Soult y frente a ellos, un ejército aliado anglo-español de unos 10.000 efectivos.
En la madrugada del 31 de agosto, los franceses, cubiertos por la neblina matinal y la artillería, comienzan el ataque y entran con fuerza prácticamente hasta la cumbre de San Marcial, pero el terreno accidentado y boscoso, solo permiten el paso en fila india y no es el más adecuado para el ataque en formación, que los franceses acostumbraban a usar, de modo que se genera un caos, que los defensores aprovechan para hacerles frente a bayoneta calada.
El General Freyre, al mando del Cuarto Ejército español, pide ayuda a Wellington, pero este se niega, considerando que los soldados españoles deben resistir por sí solos y en una segunda embestida, los franceses ganan terreno. Sin embargo, las tropas españolas consiguen aguantar y con grandes pérdidas, logran rechazar las tropas de Soult.
En una tercera acometida, la situación llega a ser crítica por el avance francés, y solo la aparición de tres batallones de Voluntarios de Gipuzkoa consigue que las tropas españolas pueda arrojar a los franceses monte abajo, hasta el río Bidasoa.
Tras la batalla, los aliados cruzaron el Bidasoa y la guerra continuó al otro lado de los Pirineos hasta que se firmó la paz y no faltaron las felicitaciones y celebraciones por la victoria, al estilo de la época.
Cien años más tarde, con el odio a los franceses debidamente aparcado, se celebró el centenario de la batalla con un homenaje a las personas caídas aquel día, pues la batalla causó algo más de 600 muertos y 2000 heridos entre ambos bandos, directamente en la acción militar, sin contar los soldados que fallecieron más tarde, de las heridas sufridas durante la lucha.