Tal día como hoy, 1 de julio de 1431 en Atarfe --Granada--, las tropas del rey Juan II de Castilla, vencen a los ejércitos nazaríes de Granada, dirigidos por el rey Muhammed IX, en la que se conoció como "batalla de la Higueruela".
En 1410 el rey castellano conquistó la ciudad de Antequera. Tan solo resta conquistar el reino de Granada, para completar la expulsión de los musulmanes de la península. Pero el rey Juan II, enfrascado en luchas civiles y dinásticas, no prosigue el impulso reconquistador.
No obstante, en 1431, hubo un momento propicio para el ataque contra el reino nazarí. Juan II, que contaba con 25 años de edad, acababa de hacer las paces con los Infantes de Aragón y puso sus ojos en Granada.
El ejército castellano, al mando del rey Juan II, estaba compuesto por las tropas reales, mesnadas nobiliarias, las tropas de los caballeros de Santiago y 3.000 lanzas de Don Álvaro de Luna. Penetraron desde Córdoba y establecieron el campamento en las inmediaciones de Sierra Elvira, situada a unos 10 km,s de Granada.
El rey dividió su ejército en tres columnas: una se internó en la Vega de Granada, otra se dirigió hacia la Serranía de Ronda y la tercera lo hizo hacia la zona de Montefrío.
Ante el ejército castellano apostado en Sierra Elvira, se desplegaron los musulmanes. Su ejército estaba formado por los caballeros granadinos, adiestrados en justas y tácticas ecuestres, y tribus enteras desplegadas en guerrilla, por el campo de batalla armadas con lanzas y flechas, que habían acudido a la batalla desde las Alpujarras, conducidos por sus alfaques.
El 1 de julio se dio el sangriento encuentro. La batalla se conoce por el nombre de "La Higueruela", porque lo único que quedó vivo en el campo de batalla después del feroz combate, fue una solitaria higuera.
Desplegado el ejército castellano, El rey Juan II montó a caballo a la puerta de su tienda, cabalgó con una gran comitiva de grandes y capitanes y dio al grueso del ejército, la señal de ataque. Juan Álvarez Delgadillo desplegó la bandera de Castilla.
La primera línea musulmana, formada por aquella muchedumbre de rostros denegridos, trajes humildes, armas groseras y modales de rústica fiereza, fue arrollada en el primer empuje castellano. Chocaron por fin con los caballeros de Granada y comenzó una fiera lucha, cuerpo a cuerpo entre jinetes y caballos. Ninguno de ambos bandos cejaba en la pelea.
En un momento dado, el Condestable de Castilla enardeció a sus caballeros, con voces de "¡Santiago!...¡Santiago!". Los granadinos comenzaron a flaquear y pretendieron replegarse en orden, pero no pudieron resistir el empuje, de la caballería castellana y huyeron a la desbandada.
En la batalla pereció la flor y nata de la caballería y nobleza granadina. Según fuentes árabes "nunca el Reino de Granada padeció más notable pérdida que en esta batalla". Autores cristianos cifran en 30.000 los muertos granadinos, lo cual es sin duda una exageración, pero que expresa muy bien la magnitud de la batalla y la gran mortandad, ocasionada en el ejército musulmán.
Juan II no supo explotar el éxito conseguido. Algunos nobles, celosos del protagonismo alcanzado en el combate por el Condestable de Castilla, aconsejaron al rey que se replegara hacia Córdoba, cosa que hizo el rey pretextando la escasez de sus provisiones. Se contentó con imponer a Granada un nuevo rey, del que recibió su homenaje, y nuevos tributos.