Tal día como hoy, 15 de junio de 1808 durante la Guerra de la Independencia Española, comienza el primer sitio de Zaragoza.
El que sería verdadero artífice de la defensa militar de Zaragoza, frente a la invasión de las tropas napoleónicas en 1808, José de Rebolledo y Palafox Melzi -más conocido como José Palafox- nació en 1775 en Zaragoza..
Ya a los 17 años entró a formar parte del Real Cuerpo de Guardias de Corps, y pronto ascendió a brigadier de los Reales Ejércitos de Fernando VII, rey al que sirvió de manera incondicional.
Su verdadero reconocimiento como héroe se inició en 1808, cuando el rey Fernando, retenido en Francia por Napoleón, le encargó el levantamiento armado del Reino de Aragón, punto de entrada de las tropas francesas y paso obligado, en dirección a Madrid y Levante. Palafox se convirtió así en el jefe popular de un ejército, que lo aclamaba como capitán general, grado militar que él mismo rechazó.
Este hecho, que fue visto como un gesto de humildad por soldados y pueblo en general, hizo aumentar su popularidad como caudillo, ya muy ganada por la generosa aportación, de sus bienes particulares a la causa armada, y posteriormente consolidada, por su implicación personal en el combate.
Con el apoyo de su ejército, pero también del clero, de la nobleza y del pueblo llano, declaró formalmente la guerra a Napoleón. Su ingenio militar le permitió articular una estratégica defensa por todo Aragón: entre otras acciones, movilizó a sus tropas por varios frentes, creó secciones de caballería, ordenó el reclutamiento obligatorio y voluntario de varones, estableció la supremacía de la jurisdicción militar y creó una policía de orden público.
Además, para dar legitimidad a su levantamiento, convocó a las Cortes de Aragón y recibió de éstas su apoyo: proclamaron a Fernando VII, eligieron una Junta y reconocieron a Palafox, como capitán general y gobernador político y militar, del reino de Aragón.
En junio de 1808 tuvo lugar el primer sitio de Zaragoza. La ciudad, defendida por unos 13.000 hombres ubicados en puntos estratégicos, resistió los setenta días de cerco y salió triunfadora. En diciembre del mismo año tuvo lugar el segundo sitio, cuya defensa correría peor suerte: al ataque francés se unió una peste que asoló la ciudad, diezmó los ejércitos y debilitó su organización.
Atacado por el tifus y gravemente enfermo, Palafox dejó el mando a la Junta de Defensa que, en febrero de 1809, capituló ante los franceses. Palafox, que no aceptó la rendición, fue hecho prisionero y encarcelado cerca de París, donde pasó casi cinco años.
Volvió a estar en activo al servicio de Fernando VII cuando el rey regresó a España, pero a partir de 1813, comenzó su decadencia como militar. A pesar de que el monarca le otorgó el ducado de Zaragoza y el cargo de capitán general de Aragón y le reclamó en 1820 para luchar contra el levantamiento liberal, el héroe de Los Sitios cayó en el olvido. Lleno de deudas y acusado de conspiración, murió en Madrid en 1847.
El Panteón de Hombres Ilustres de la basílica de Atocha, acogió primero sus restos, que en 1958 fueron trasladados a Zaragoza y depositados en la Basílica del Pilar.
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