Tal día como hoy 28
de enero de 1671,el bucanero Henry Morgan destruye Ciudad de Panamá.
La ciudad, después de ser saqueada, es incendiada. En 1673, a raíz
de este ataque se decidirá trasladar la ciudad a la ubicación
actual que es más segura. Hoy en día las ruinas viejas son parte
del Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO.
En enero de 1671, 36
naves al mando del pirata Morgan recalan en la
desembocadura del Río Chagres, en Panamá. Conquistan la fortaleza
española de San Lorenzo, a la entrada de ese río, y se dirigen a
cruzar el Istmo para saquear la ciudad de Panamá
Morgan deja sus
barcos en la costa y hace construir balsas con troncos de
árboles.Cerca de 2000 piratas se ponen en marcha hacia la ciudad.
Las balsas van tan cargadas que los hombres parecen ir sentados en el
agua. Se hallaban en una selva verde, amarilla y negra con olor a
podrido.
El calor era
sofocante y tenaz. No había mucho que comer ni beber, salvo aquella
agua amarillenta y fangosa.Los Piratas trataban de descubrir entre
los árboles las plantaciones españolas para abastecerse. No se veía
el menor rastro humano. No cabía duda de que los españoles,
avisados de su llegada, se habían evaporado.
Al cuarto día
tuvieron que abandonar sus embarcaciones debido a la poca profundidad
del río. Los hermanos de la costa se desparramaron en columnas
desordenadas. Todos estaban descorazonados. El 8° día descubrieron
un pequeño rebaño. Se precipitaron sobre los animales, los mataron
y comieron su carne cruda. Luego durmieron destrozados por la fatiga.
Al día siguiente, uno de los hombres de la vanguardia llegó
corriendo. Había visto los campanarios de Panamá. Detuvieron la
marcha y por la noche todos los piratas permanecieron en vela soñando
en silencio…
En 1670 la ciudad de
Panamá era utilizada como un lugar de tráfico de mercancías. Allí
se almacenaban tesoros de todas clases. Se habían transformado en
lingotes las estatuas de oro, los brazaletes y los escudos de
ceremonia de los incas y las barras de plata se apilaban en las
calles. Las iglesias estaban repletas de tesoros fabulosos y las
casas contenían ron y vino, desde la bodega al granero.
Don Juan Pérez de
Guzman gobernaba con elegancia en nombre del Rey de Castilla;
protegidos por el mar, de un lado, por la sólida muralla y un
pantano, del otro, los burgueses de Panamá vivían tranquilos y
felices.Una importante marina, caballería e infantería aseguraban
la defensa de la ciudad contra todo posible ataque.
El 28 de enero, al
amanecer Morgan reúne a sus hombres. Los deja contemplar de lejos
la ciudad y les da tiempo para imaginar que habían vencido antes de
combatir.La batalla iba a ser dura. Sabían que los españoles
estaban esperándolos; el brillo de sus armaduras en lo alto de las
murallas lo confirmaba 1200 soldados de infantería estaban listos
para recibirlos y 400 de caballería impacientes de rechazar el
ataque.
Morgan levanta el
brazo y los piratas se extienden por la llanura, sin lanzar un solo
grito, formando una línea movible y ondulante. Al fin se arrojan
sobre la ciudad… El gobernador Guzman, ha observado todos los
movimientos del enemigo. Embutido en su uniforme púrpura y oro,
rodeado de la púrpura y oro de sus oficiales, está seguro de sí
mismo.
Guzman levanta su
brazo y las puertas de la ciudad se abren para que la caballería,
como si se tratase de un desfile militar, se lance al combate.
Los filibusteros
contemplan a los caballeros y distinguen, detrás de estos a la
infantería. En vez de aterrorizarse se dan cuenta que aquellos
soldados son más de plomo que de verdad.
Se oye un disparo,
dos, tres, cincuenta… se grita, se vocifera, se levantan los
brazos; las viejas mañas de los bucaneros, cazadores de bestias
salvajes, vuelven a su memoria.Los espléndidos uniformes púrpura y
oro se ensucian de barro. En unos cuantos minutos se aniquiló a los
hermosos danzarines. El ballet había concluido.
Los caballeros
restantes huyen, aplastando a su propia infantería, para ser después
acorralados contra las murallas. Ante el espectáculo, la horda de
los “Hermanos de la Costa” se pone en movimiento. Los
filibusteros, se lanzan al asalto, envueltos por la atmósfera
bestial, parecen poseídos del delirio de matar.
Matan con las dos
manos y hasta con los dientes, vociferando como dementes o demonios.
Entran en tromba por las puertas de la ciudad que los españoles
olvidaron cerrar. Ya dentro de Panamá, los fortines del recinto se
rinden sin disparar un tiro y el palacio del Gobernador es ocupado…
Desde 1655, La isla
de Jamaica había sido conquistada por los ingleses. Era un
codiciado reducto NO español, rodeado de posesiones españolas
cargadas de riquezas.Y si bien la pérdida de este enclave no había
sido significativa para la Corona Española, con el tiempo se
demostraría que aquella Isla en manos británicas había sido un
gran error. Las patentes de corso, el más antiguo contrato por
incentivos, se había popularizado. Todo el que fuera capaz de
navegar y careciera de escrúpulos podía hacerse rico. Y sin duda,
esto atrajo masivamente a los piratas.
En los primeros
meses de 1670, un buque corsario español ataca naves inglesas y
algún que otro pueblo en jamaica. Ante estos ataques, el Gobernador
de Jamaica Modyford, propaga el rumor de que los españoles pretenden
reconquistar Jamaica y emite nuevas patentes de corso habilitando a
Morgan como Almirante y Comandante de todos los buques de guerra
para atacar, tomar y destruir todas las naves del enemigo que entren
en su alcance permitiéndole también desembarcar en tierras
españolas.
Tras meses de
intensos preparativos, Modyford, le informa a Morgan que debe detener
los todos los ataques a poblaciones españolas Había recibido
órdenes de Londres. Se negociaba el Tratado de Madrid, donde
Inglaterra se comprometía a cesar toda hostilidad en el Caribe a
cambio del reconocimiento por parte de España de las colonias
inglesas en el Caribe. No estaba en el interés de Inglaterra atacar
a los españoles en esos precisos momentos.
Pero Morgan
desobedeció esta orden abiertamente…Tomada Panamá. Los piratas
apenas tocan el suelo. Se hallan suspendidos de furia y
regocijo. Lloran, violan y ríen. La cofradía de los hermanos de la
costa vive sus horas más bellas. Lo siente y lo sabe. Pero, todo
acaba pronto. La locura se aplaca y comienza el saqueo sumamente
ordenado.
Hacia el crepúsculo,
un incendio estalla en los suburbios de la ciudad. nunca se sabrá
quien lo habría provocado Las llamas se propagaran dejando sólo
destrucción y ruina. Durante tres semanas se dedican a amasar el
botín, escogen lo que más les interesa.Ponen a un lado los objetos
de valor y encierran a los ricos y mujeres que pueden significar un
alto rescate.
Sin embargo, el
gobernador español había tenido la previsión de cargar todo el oro
y la plata en barcos con rumbo a España, y aunque el botín no era
pequeño, muchos bucaneros se sientes estafados.
El incendio se había
devorado a la ciudad y sólo ruinas quedaban. Morgan ordena la
retirada y parten el 24 de febrero de 1671.La tripulación quería
continuar el pillaje en la costa del océano Pacífico, pero el
capitán se negó resueltamente.
El regreso a través
del Istmo duró 10 días. Llevaban 175 mulas cargadas de oro, plata y
joyas, además de unos 600 prisioneros. Era un botín pobre
considerando la envergadura de la campaña. El reparto del botín se
llevó a cabo en la desembocadura del Chagres. Allí Morgan para
festejar, hizo desembarcar 10 barriles de ron y la cofradía se
emborrachó toda la noche en la playa… A la mañana siguiente, los
primeros que despertaron descubrieron que Morgan había levado anclas
¡Llevándose 9 de las 10 partes del botín! Los filibusteros se
embarcaron llenos de rencor. La toma de Panamá se había convertido
en una pesadilla…
Cuando las noticias
del ataque llegaron a Madrid los españoles, quienes recién habían
firmado el Tratado, se sintieron defraudados y engañados y Londres
reaccionó positivamente, pero guardando discreción para no
desafiar más a los españoles. El gobierno inglés llevó a
cabo medidas simbólicas para aplacar a los españoles. Modyford fue
depuesto, juzgado y encerrado. Morgan fue arrestado y enviado a
Inglaterra para ser juzgado como pirata.
Pero, nada tenía
que temer. Allí fue recibido como un héroe popular, y, una vez
absuelto, Carlos II lo nombró sir y lo envió de vuelta a Jamaica
como gobernador donde empleó el resto de su vida a luchar contra la
piratería… El saqueo de Panamá fue la última gran expedición de
los piratas con apoyo oficial Inglés. Jamaica comenzó a acatar el
Tratado de Madrid. Henry Morgan fue uno de los primeros en demostrar,
que el crimen, a veces, no se paga.