Tal día como hoy, un 1 de Septiembre del año 1804, Karl Ludwig Harding descubrió el asteroide Juno, bautizado así en honor a la diosa romana de la agricultura. Juno fue, además, el tercer cuerpo celeste de este tipo localizado de la historia y uno de los más grandes, pues posee el 1% de la masa del cinturón principal de asteroides.
El 1 de septiembre de 1804, el astrónomo alemán Karl Ludwig Harding desde el observatorio de Lilienthal, en Alemania, descubría Juno, uno de los asteroides más grandes del cinturón principal de asteroides situado entre las órbitas de Marte y Júpiter.
Juno es uno de los asteroides más grandes, ya que posee aproximadamente el 1 % de la masa del cinturón de asteroides. En una clasificación por el tamaño entre todos los asteroides del cinturón, es el décimo y compite con Eunomia por el honor de ser el más grande de los asteroides rocosos, aunque las estimaciones más recientes ponen a Juno en segundo lugar.
Al principio fue considerado un planeta, como Ceres, Palas, y Vesta. Fue clasificado de nuevo como asteroide, junto con los otros tres, cuando muchos más fueron descubiertos. El pequeño tamaño de Juno y su forma irregular lo excluyeron de haber sido considerado un planeta enano.
Juno orbita a una distancia ligeramente más cercana al Sol que Ceres y Palas. Su órbita está moderadamente inclinada, alrededor de 12°, respecto a la eclíptica, pero tiene una excentricidad más alta que la de Plutón.
Esta alta excentricidad lleva a Juno más cerca del Sol en el perihelio que a Vesta y más lejos en el afelio que a Ceres. Juno tenía la órbita más excéntrica de cualquier cuerpo conocido hasta que Polimnia fue descubierto en 1854.
Estudios espectroscópicos de su superficie permiten llegar a la conclusión de que Juno podría ser un cuerpo originalmente formado por condrita ordinaria, un grupo común de meteoritos pedregosos que contienen hierro con silicatos como el olivino y el piroxeno.
Imágenes infrarrojas revelan que Juno posee un cráter de aproximadamente 100 kilómetros de diámetro, que puede ser el resultado de un impacto geológicamente joven.
En 1996, Juno fue inmortalizado por el telescopio Hooker, situado en el observatorio del Monte Wilson, usando ópticas adaptativas. Las imágenes captaron todas las fases del período de rotación y revelaron una forma irregular .con rasgos oscuros en la que se podía apreciar un cráter.
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