viernes, 11 de septiembre de 2020

La expulsión de los moriscos de España

 

Tal día como hoy 11 de setiembre de 1609. se ordena por el rey Felipe III, la expulsión contra los musulmanes no convertidos de Valencia, lo que supondrá el inicio de la expulsión de todos los musulmanes de España.

La palabra morisco hacía referencia a los musulmanes bautizados tras la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos. Ya fuera una conversión voluntaria u obligatoria, todos los habitantes de procedencia islámica fueron designados de esta manera.

El reinado de Felipe III es recordado por los procesos de paz con Inglaterra, Francia y Holanda, lo cual dio aire al exhausto Imperio español, pero la expulsión general de los moriscos fue su medida más célebre. A poco tiempo de acceder al trono en 1598, el Rey realizó un viaje a Valencia acompañado de su valido Francisco Gómez de Sandoval, el Duque de Lerma, defensor de mantener la situación como estaba..

La oposición de Lerma, que mantenía sustanciosos negocios con comerciantes moriscos, terminó cuando el Rey prometió compensaciones económicas para los nobles que pudieran verse afectados por una eventual deportación masiva. Así, el duque pasó rápidamente de ser el máximo defensor de esta minoría social, a ser el impulsor del plan de expulsión.

Entre las múltiples razones que barajan los historiadores para que Felipe III diera luz verde a lo que su padre no se había atrevido a hacer 40 años antes, destaca la creciente amenaza para la seguridad interna que suponían los moriscos. Según los informes que manejaba la Corona, los moriscos de la región aragonesas habían contactado con el Rey de Francia, Enrique IV, para llevar a cabo una sublevación general con apoyo de barcos franceses.

Curiosamente, aunque se alzaron algunas voces críticas por la Europa cristiana, la expulsión también obedecía al intento de acabar la idea que corría por Europa sobre la discutible cristiandad de España a causa de la permanencia de los moriscos. Igual que ocurrió con la expulsión de los judíos de 1492, la Monarquía Hispánica buscaba con estas medidas sacudirse la fama de país de conversos y de herencia musulmana.

Tras un año de preparación, los primeros moriscos expulsados fueron los del Reino de Valencia - el decreto se hizo público el 22 de septiembre de 1609-, a los que siguieron los de Andalucía, Extremadura y las dos Castillas y los de la Corona de Aragón.

La expulsión de los cerca de 300.000 moriscos que habitaban en la Península Ibérica aumentó la popularidad del Duque de Lerma, puesto que la crisis económica que empezaba a consumir el Imperio español había convertido a los moriscos, en la habitual cabeza de turco de todos los problemas sociales.

No obstante, desde la perspectiva económica se trató de un duro golpe para muchas regiones españolas. La expulsión de una población perteneciente a la masa trabajadora, supuso una merma en la recaudación de impuestos, y para las zonas más afectadas, tuvo unos efectos despobladores que duraron décadas y causaron un vacío importante en el artesanado, producción de telas, comercio y trabajadores del campo.

Los moriscos, que sobrevivieron a los episodios de violencia que acompañaron su expulsión terminaron dispersados por el norte de África, y muchos campesinos moriscos se vieron obligados, a convertirse en piratas berberiscos, que usaron sus conocimientos de las costas mediterráneas para perpetrar durante más de un siglo ataques contra España


 

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