Tal día como hoy, 4 de junio de 1919,
el Congreso aprueba la Decimonovena Enmienda a la Constitución de
los Estados Unidos, que garantiza a las mujeres el derecho al voto, y
la envía a los estados para su ratificación.
El derecho al voto de las mujeres fue propuesto por primera vez en Estados Unidos en junio de 1848, en la Convención pro Derechos de las Mujeres, organizada por Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott. Una de las mujeres que asistieron a esa convención fue Charlotte Woodward que en aquella época tenía 19 años.
Para principios del siglo XX, algunas batallas por el sufragio de las mujeres ya se habían ganado estado a estado. Alice Paul y el Partido Nacional de las Mujeres comenzaron a utilizar tácticas más radicales para trabajar a favor de una enmienda federal de sufragio a la Constitución: hicieron piquetes con carteles frente a la Casa Blanca, organizaron grandes marchas y manifestaciones, fueron a la cárcel. Miles de mujeres corrientes participaron en estas acciones.
En 1913, Paul encabezó una marcha de ocho mil participantes el día de la toma de posesión del presidente Woodrow Wilson. Medio millón de espectadores las vieron; doscientas fueron heridas en la violencia que se desató. Durante la segunda toma de posesión de Wilson en 1917, Paul encabezó una marcha alrededor de la Casa Blanca.
Enfrentadas a un movimiento antisufragista bien organizado y bien financiado que argumentaba que la mayoría de las mujeres realmente no querían el voto, y que de todas maneras no estaban calificadas para ejercerlo, las mujeres usaron el humor como táctica. En 1917, la escritora Alice Duer Miller escribió:
Durante la Primera Guerra Mundial las mujeres trabajaron en fábricas en apoyo a la guerra, así como asumieron un papel más activo en la guerra que en guerras anteriores. Después de la guerra, hasta la más moderada Asociación Nacional de Sufragio para la Mujer Norteamericana, encabezada por Carrie Chapman Catt, aprovechó muchas oportunidades para recordar al Presidente y al Congreso que el trabajo de guerra de las mujeres debiera ser recompensado con el reconocimiento de su igualdad política. Wilson respondió comenzando a apoyar el sufragio femenino.
Menos de un año después, la Cámara de Representantes aprobó, por 304 a 90, una propuesta de enmienda a la Constitución. “El derecho al voto de los ciudadanos de Estados Unidos no será negado o restringido por Estados Unidos ni por ningún Estado por Razones de Sexo. El Congreso tendrá el poder de hacer respetar las disposiciones de este artículo por medio de la legislación apropiada.”
El 4 de junio de 1919, el Senado de Estados Unidos también apoyó la enmienda al votar 56 a 25 y posteriormente se envió la enmienda a los estados. Illinois, Wisconsin y Michigan fueron los primeros estados en aprobar la ley; Georgia y Alabama se apresuraron en aprobar su rechazo. Las fuerzas del antisufragio, que incluía tanto a hombres como a mujeres, estaban bien organizadas y la aprobación de la enmienda no fue fácil.
Cuando treinta y cinco de los treinta y seis estados necesarios habían ratificado la enmienda, la batalla llegó a Nashville, Tennessee. Las fuerzas anti y prosufragio de toda la nación se dieron cita en la ciudad el 18 de agosto de 1920. Un joven legislador de 24 años, Harry Burn, había votado hasta entonces a favor de las fuerzas antisufragistas. Pero su madre lo exhortó a votar a favor de la enmienda y cuando vio que la votación era muy reñida y que con su voto en contra del sufragio habría un empate, decidió votar como su madre lo había exhortado a favor del derecho de las mujeres al voto. Y así, el 18 de agosto de 1920, Tennessee se convirtió en el estado número 36 en ratificar la enmienda y decidir la batalla.
Así que el 26 de agosto de 1920, la Décimo Novena Enmienda a la Constitución de Estados Unidos se convirtió en ley y las mujeres pudieron votar en las elecciones del otoño, incluyendo las presidenciales.
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