Tal día como hoy 9 de junio de 1983 se
celebraron elecciones generales en el Reino Unido y el partido
conservador, liderado por Margaret Thatcher, fue el vencedor.
La victoria de los conservadores se debió al triunfo británico en la Guerra de las Malvinas contra Argentina, un año antes. La conquista en las urnas de la conocida como “Dama de Hierro” coincidió con las profundas divisiones existentes en el seno del partido laborista, en la oposición.
Margaret Thatcher se convirtió en primera ministra de Gran Bretaña en 1979, cuando el partido conservador obtuvo la mayoría de los escaños en las elecciones parlamentarias. Ocupó el cargo durante los siguientes once años, consiguiendo tres victorias consecutivas para los conservadores en las elecciones generales.
Durante su mandato como primera ministra británica, Thatcher redujo el gasto gubernamental y privatizó empresas como British Airways o los servicios de agua y teléfono, objetivos estos típicos de una política de corte conservadora. También supervisó los principales cambios en los sistemas de educación y atención de la salud del país y se opuso firmemente a cualquier tratado europeo que, según ella, debilitara la independencia británica.
Además, estableció una relación cálida y amistosa con el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan. Los dos líderes compartían muchas opiniones conservadoras sobre el gobierno, los negocios y los asuntos sociales, y trabajaron juntos en muchos temas de política exterior.
Fue la Guerra de las Malvinas y, más concretamente, la actuación de Thatcher, que condujo a la victoria británica, los que catapultaron a la fama a la primera ministra. Las Malvinas son un grupo de islas del Atlántico Sur que se encuentran bajo control inglés desde 1833. Sin embargo, en 1982 Argentina, quien se consideró durante mucho tiempo propietaria legítima del archipiélago, se apoderó de ellas por la fuerza.
La Dama de Hierro contraatacó enviando una fuerza militar británica encabezada por la Marina Real. El 14 de junio de 1982 Argentina se rendía y retiraba sus fuerzas militares de la zona.
A mediados de la década de 1980 el fuerte crecimiento económico del país mantuvo a Thatcher y al partido conservador en el poder. Sin embargo, a finales de los 80, la popularidad de la primera ministra en Inglaterra disminuyó, como consecuencia de una caída que se produjo en la economía inglesa. Preocupadas por las altas tasas de inflación, de interés de los préstamos y de desempleo, muchas personas en Gran Bretaña consideraron necesario un cambio de liderazgo.
Además, muchos británicos se mostraban en contra de los cambios en la estructura fiscal propuestos por Thatcher. Por último, los críticos se quejaron de que las políticas de la primera ministra habían producido un descenso en la calidad de la educación, la atención sanitaria y otros servicios sociales. A pesar de su decreciente popularidad, Thatcher nunca cambió su estilo.
En la Guerra del Golfo, en 1990, Thatcher se convirtió en la aliada más fuerte de Estados Unidos, enviando a Arabia Saudí un importante contingente de efectivos británicos del ejército, la fuerza aérea y la armada. Allí se unieron a las fuerzas de la coalición de los Estados Unidos y otras naciones.
Thatcher defendía que había que castigar a Saddam Hussein por haber invadido Kuwait. "La agresión debe ser detenida", dijo en el programa de PBS Frontline. "Esa es la lección de este siglo. Y si un agresor se sale con la suya, otros querrán salirse con la suya también, por lo que debe ser detenido y devuelto. No puedes ganar con tu agresión." Además, señaló que si no se detuviera a Irak, estaría en posición de tomar el control de muchas de las reservas mundiales de petróleo. "El petróleo es vital para la economía del mundo".
A medida que pasaban las semanas, Thatcher instó al presidente Bush y a otros miembros de la coalición a que mantuvieran su postura firme hacia Irak. Cada día que pasaba, se convencía más de que la mejor manera de tratar la crisis era atacar a los militares de Irak y aplastarlos, sacando a Hussein del poder en el proceso.
Sin embargo, en noviembre de 1990, las dificultades políticas de Thatcher en su país la convencieron de que renunciara a su cargo. Con el apoyo popular dentro de un partido conservador en declive, cedió el puesto de primer ministro a otro líder del partido, John Major.
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