Tal día como hoy 10 de diciembre de 1198 murió en Marrakech, a los 72 años, el filósofo árabe Averroes. De nombre árabe Abu Walid Muhammad Ibn Rusd, Averroes fue una de las grandes mentes de la temprana Baja Edad Media y sus textos fueron estudiados tanto por su brillantez como por lo rompedores que resultaban en aquel momento.
De familia muy distinguida, su padre había sido cadí de Córdoba durante cierto tiempo. Su abuelo, había desempeñado este cargo durante largo tiempo, y había sido luego una autoridad en derecho y consejero de varios soberanos y príncipes.
Averroes continuó la tradición jurídica de la familia y alcanzó, siendo muy joven, fama de gran jurisconsulto. Además estudió medicina, astronomía y filosofía, en la que le iniciaron, sobre todo, las obras de Ibn Bayya, el filósofo hispanoárabe, conocido en Europa con el nombre de Avempace.
Conoció, pues, todo lo conocido en su tiempo y en su ambiente, y a lo largo de su vida no dejó de profundizar, no sólo con nuevas lecturas, sino con reflexiones y observaciones directas; tanto, que uno de sus biógrafos dice de él que desde la edad de la razón hasta su muerte no cesó de estudiar, salvo el día de su boda y el de la muerte de su padre.
El primer califa almohade 'Abd al-Mumin le confió varias misiones y su sucesor Yusuf lo tuvo en gran estima. El soberano era entendido en filosofía y planteó problemas de esta disciplina a Averroes cuando le fue presentado por el médico de la corte Ibn Tufayl, otro filósofo hispanoárabe conocido en Occidente, por la novela místico-filosófica Hayy ibn Yaqzan.
Al principio, Averroes se mostró reticente, porque conocía ,los riesgos de profesar la filosofía en un ambiente que tendía a identificarla con la herejía; pero cuando vio que el mismo califa planteaba un tema arriesgado, no vaciló y conquistó con su doctrina el ánimo de su interlocutor, quien le regaló una gran suma, un suntuoso abrigo de pieles y una bella cabalgadura. Lo nombró además médico de corte y le confió, en España y en Marruecos, una serie de misiones que culminaron en 1182, con el nombramiento de cadí de los cadíes de Córdoba.
Bajo el reinado del sucesor de Yusuf, Yaqub al-Mansur, continuaron los honores; pero en 1195, el califa, cediendo a las presiones de los teólogos, que veían en las ciencias profanas, y en la filosofía, un peligro para la religión, publicó un decreto contra los cultivadores de estas disciplinas y confinó en Lucena, situado a poca distancia de Córdoba, a su protegido, que había sufrido el disgusto de ver cómo se quemaban sus obras en la plaza pública y de verse expulsado, de la mezquita por la plebe fanatizada. Tres años después, en 1198, el califa revocó sus edictos y volvió a llamar junto a sí a Averroes, que murió pocos meses después en Marrakesh.
Averroes fue conocido en Occidente como "el Comentador" por haber traducido y divulgado las obras de Aristóteles. De entre sus numerosas obras, destacan precisamente los Comentarios a Aristóteles. También comentó La república de Platón.
Entre las grandes inquietudes de Averroes destacó la de delimitar las relaciones entre filosofía y religión. Para Averroes, la religión verdadera se encuentra en la revelación contenida en los libros sagrados hebreos, cristianos y musulmanes. Pero libros como el Corán, aun siendo base de la religión verdadera, están dirigidos a todos los hombres, y no todos tienen la misma capacidad de comprensión.
La verdad auténtica sólo la alcanzan los filósofos, que basan sus conocimientos en demostraciones rigurosas y absolutamente lógicas. Es obligación de los filósofos descubrir, más allá del sentido literal del libro sagrado, la idea oculta bajo las imágenes y los símbolos.
La figura de Averroes como intelectual destaca por numerosos motivos incluso entre las grandes mentes de la Edad Media. Gran jurista, fue autor de una de las obras sobre Medicina más estudiadas de su tiempo y se convirtió en uno de los mayores expertos de la filosofía aristotélica, que intentó conciliar con la teología musulmana.
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