Tal día como hoy, 2 de diciembre de 1804 ,Napoleón Bonaparte, el ambicioso y astuto estratega y líder militar, se autoproclamó emperador.
Había dado un golpe de Estado en 1799 que le convirtió en Primer Cónsul de Francia, con poderes prácticamente dictatoriales, y la buena acogida que sus medidas tuvieron entre la población hicieron que decidiera autocoronarse emperador en Notre Dame de París.
Napoleón, bautizado como Napoleone di Buonaparte, nació en el seno de una familia noble corsa. Fue el segundo hijo de Carlo Buonaparte, abogado y representante de Córcega, y de Letizia Ramolino. Se dice de él que de niño era carismático y generoso, aunque era habitual verle involucrado en peleas.
A los nueve años consiguió una beca para estudiar en la Academia Militar de Brienne, en Francia. Allí permaneció hasta los 15 años. En ese tiempo, el joven Napoleón era visto como un extranjero por el resto de sus compañeros. Sin embargo, consiguió ganarse el respeto debido a su carácter y dotes de liderazgo.
Su primer destino fue Valence, aunque poco después tuvo que regresar a Córcega por la muerte de su padre. Durante este periodo, estalló la Revolución Francesa y continuaba la lucha independentista corsa. Napoleón se unión a la facción afrancesada y se ganó la enemistad del líder del movimiento por la independencia de Córcega, Pasquale Paoli. Debido a las fuertes tensiones, su familia y él tuvieron que huir a Francia en torno a 1793.
En Marsella, la familia de Napoleón tuvo serios problemas económicos. Sin embargo, un golpe de suerte hizo que cambiara la situación: el joven militar consiguió reincorporarse al ejército francés con el rango de capitán. Ese mismo año, alcanzó la gloria en la batalla de Tolón, donde consiguió derrocar a las tropas inglesas. A partir de entonces, la carrera de Napoleón no hizo más que aumentar. Sin embargo, poco después, sus adversarios políticos se encargaron de que pasara un tiempo encarcelado. Cuando quedó en libertad regresó a París, donde pasó una temporada sin servicio.
En 1795, estalló contra los monárquicos imponiéndose sobre ellos en las calles parisinas. Muchos pensaron que esta victoria salvó la revolución. A partir de entonces, fue nombrado comandante del Ejército francés en Italia. Durante esta época conoció a Josefina de Beauharnais. Inteligente y ambiciosa, Josefina contrajo matrimonio con Bonaparte en 1796. Muchos consideran que la francesa vio el matrimonio con el corso como un negocio.
Ese año, Napoleón Bonaparte fue a Italia a dirigir el Ejército francés. Sus soldados no estaban en condiciones de afrontar las batallas que allí se libraban: mal vestidos y peor alimentados. No obstante, no se le pasó por la cabeza ser vencido.
Apodado por sus soldados como el “Pequeño cabo” por su buena relación con ellos, el corso afianzó su condición de francés cambiando su nombre de Napoleone Buonaparte a Napoleón Bonaparte. Tras su campaña en Italia, Napoleón regresó a Francia en diciembre. En la capital fue recibido como un héroe y conquistador.
Al año siguiente, se embarcó hacia la conquista de Egipto para cortar la comunicación comercial de Gran Bretaña con la India y Oriente Medio. A pesar de que los franceses ganaron las primeras batallas, pronto noticias de Europa las ensombrecerían. Austria, Gran Bretaña y Rusia se unieron contra Francia, por lo que Napoleón decidió abandonar Egipto y volvió de nuevo a Francia. Allí, además de encontrarse con una enorme inestabilidad política, también conoció las infidelidades de Josefina. Resentido, decidió perdonarla y continuar con su matrimonio.
El 9 de noviembre de 1799, Napoleón Bonaparte fue nombrado Primer Cónsul de Francia tras un golpe de Estado. Con este cargo, el corso obtuvo poderes casi dictatoriales. Durante estos años, promovió un nuevo Código Civil y la tolerancia religiosa. Además, puso la educación como prioridad. Pronto consiguió el cariño de todo el pueblo francés.
La ambición de Napoleón Bonaparte no frenó y el 2 de diciembre de 1804, en la catedral de Notre Dame, fue nombrado Emperador. Para muchos supuso una enorme decepción. Obsesionado con el poder, Napoleón comenzó a pensar en su descendencia. Su esposa, Josefina, no podía darle más hijos, por lo que se divorciaron. En diciembre de 1809, Josefina volvió a su antigua vida.
Su nueva esposa fue la archiduquesa de Austria, María Luisa. En 1811, nació el primer hijo del matrimonio: Napoleón II. Con él, el Emperador de los franceses reafirmó sus ansias de gobernar. Durante esta época, el Imperio francés alcanzó su máximo esplendor.
Sin embargo, poco después, el Imperio napoleónico comenzó a tambalearse. El sistema continental que impedía cualquier tipo de comercio con Gran Bretaña, le pasó factura. Con esto paralizó la economía de los británicos, pero también la de sus aliados. La crisis del Imperio estalló cuando España y Portugal se aliaron con Gran Bretaña para acabar con su hegemonía. Aunque, en 1812, otro error condujo a Napoleón a su caída: trató de invadir Rusia, pero el frío y el hambre acabó con ellos.
Mientras tanto, en Europa no cesaban las revueltas contra los franceses. El ejército de Napoleón comenzó a perder batallas, mostrando su debilitada posición. En 1814, Napoleón abdicó como Emperador de Francia. Fue enviado a la Isla de Elba. Prácticamente encerrado, Napoleón planeó un nuevo ataque desde allí del que salió victorioso. Fue así como volvió a lo más alto de nuevo, aunque no por mucho tiempo.
En 1815, fue completamente derrotado en la batalla de Waterloo. De esta manera, acabó su conocido como “Imperio de los Cien Días”. Napoleón se entregó y fue exiliado a un islote en África: Santa Elena. El 5 de mayo de 1821 murió allí.
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