Tal día como hoy 23 de diciembre de 1888 uno de los artistas más famosos de todos los tiempos, Vincent Van Gogh, se corta febrilmente la oreja con su navaja de afeitar en un misterioso acto de automutilación en una fría tarde de domingo en la ciudad francesa de Arles.
Realmente nadie sabe porque lo hizo. Algunas de las teorías más populares incluyen locura, problemas con la bebida, una pelea sangrienta con su amigo, el también artista Paul Gauguin, y el deseo de ser mimado por su madre.
Es el evento más debatido en la vida del famoso artista holandés y muchos expertos creen que la hipótesis con más peso es la de su tensión con Paul Gauguin, quien estuvo trabajando codo con codo con Van Gogh durante casi dos meses.
Lo cierto es que Van Gogh empaquetó el lóbulo de su oreja y supuestamente se lo dio a una prostituta de un burdel cercano. Después del incidente, fue ingresado en un hospital en Arles y posteriormente en una institución mental en Saint-Remy, donde pasó todo un año.
La salud física y mental de Van Gogh continuaría deteriorándose: su vida estaba plagada de soledad y desesperación. Al año siguiente se quitaría la vida trágicamente. Fue el 27 de julio de 1890, cuando el artista contaba con tan solo 37 años, que decidió dispararse en el pecho con un revolver de 7 mm.
En 2011 apareció una teoría que afirmaba la muerte de Van Gogh no había sido producto del suicidio sino de un accidente: un disparo accidental efectuado por dos muchachos que jugaban con una pistola. Sin embargo, esta teoría no ha sido confirmada. Oficialmente, el pintor holandés se suicidó.
Van Gogh le entregó su vida a su arte. Pintaba sin parar; dormía poco; tomaba y fumaba mucho, y no comía suficiente. Ese estilo de vida agravó los trastornos psicológicos que posiblemente padecía desde su juventud, dice el nuevo estudio del grupo de investigadores liderado por el psiquiatra Willem Nolen.
Para llevarlo a cabo, los holandeses se basaron en entrevistas a historiadores del arte expertos en la correspondencia del artista, y en la lectura de los informes médicos de la época y las cientos de cartas que escribió.
El material los llevó a concluir que el propio van Gogh no entendía bien qué le pasaba. En una de las cientos de cartas que escribió a su hermano, le contó de “una fiebre nerviosa mental o locura, no sé bien cómo llamarla.” Y en una de 1877 dice: “mi cabeza arde a menudo. Estoy confuso y tengo un gran temor.”
Los investigadores no creen que padeciera de esquizofrenia ni de porfiria, una enfermedad metabólica que provoca una disfunción del sistema nervioso. Tampoco que haya tenido neurosífilis -una infección bacteriana causada por una enfermedad de transmisión sexual-, ni que sufriera de epilepsia o se intoxicara con el monóxido de carbono de las lámparas de gas.
“Lo más probable es que padeciera de comorbilidad -varios trastornos asociados a uno primario-,” explicó el invstigador Nolen, al diario español El País. "Desde su juventud debió desarrollar rasgos de un desorden de límite de la personalidad, junto con el bipolar. Agudizados por el alcohol, la malnutrición y las tensiones psicosociales, la crisis resultante derivó en su mutilación de la oreja. Luego pudo padecer delirium tremens por la abstinencia obligada de la bebida al estar ingresado en un sanatorio, y varios episodios depresivos severos con trazos psicóticos.”
“Creemos que tuvo problemas psicológicos desde la juventud,” afirmó Nolen al diario. "Luego el alcoholismo los agudizó”. El 27 de julio de 1890, el artista se pegó un tiro. Murió dos días después, cuando tenía 37 años.
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