Tal día como hoy, 19 de diciembre de 1942, el veterano y temerario de la Guerra Mundial, Eddie Rickenbacker, es sacado del Océano Pacífico después de perderse en el mar durante 22 días. Él y otros seis hombres habrían muerto de hambre si no hubieran atrapado y comido una gaviota. Rickenbacker estaba en una misión especial en el Pacífico Sur cuando desapareció.
Edward Vernon Rickenbacker, fue un gran piloto de carreras automovilísticas, un héroe de la Primera Guerra Mundial, un consejero de estado en asuntos militares, un pionero del transporte aéreo… en fin, todo un héroe y todo un figura de su tiempo. En su agitada vida burló a la muerte en más de 135 ocasiones y se le dio por muerto en dos de ellas, pero siempre salió ileso.
Nació en Ohio en 1890 y con ocho años tuvo su primera experiencia cercana a la muerte cuando estaba en una pandilla de chiquillos y un día, decidieron montarse en un carro que encontraron en una mina cercana lanzándose cuesta abajo en una pendiente, el carro se inclinó y poco faltó para aplastarlos a todos.
A partir de los trece años dejó los estudios para ayudar económicamente a la familia mientras aprendía por cuenta propia todo lo referente a los motores, su gran pasión, encontrando finalmente trabajo en una empresa de automoción. Con veinte años competiría en carreras para probar la velocidad de los vehículos corriendo las 500 millas de Indianapolis en cuatro ocasiones, apodándole "Eddie el rápido" al ser el primero en recorrer una milla en un minuto.
Gran patriota, se unió a las tropas aliadas en la Primera Guerra Mundial y sus conocimientos en mecánica le ayudarían para entrar como oficial ingeniero en una instalación de entrenamiento de vuelo. Allí aprendería a volar consiguiendo una plaza en el 94º Escuadrón de Combate y derribaría su primer avión en abril de 1918. Cuando obtuvo su quinta victoria se convirtió en un As del Combate, siendo nombrado comandante del escuadrón ese mismo año.
Después obtendría muchas más victorias -confirmándose más de veinticinco- por lo que fue condecorado con múltiples distinciones y honores, convirtiéndose en el estadounidense que más derribos alemanes consiguió, un récord que se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial. Llegó a acumular trescientas horas de combate, nadie en los EE.UU. le superó.
Tras la guerra, retomaría su pasión por los coches vendiendo autos tecnológicamente avanzados. En uno de sus numerosos viajes de negocios, el 26 de febrero de 1941, su avión se estrelló a las afueras de Atlanta quedando atrapado entre los restos empapado en combustible. A pesar de la situación no dejó de animar a pilotos y pasajeros hasta que les rescataron a todos, pero la crítica situación de Rickenbacker haría que anunciaran en prensa su prematura muerte dándole por muerto los médicos que le atendieron por las graves lesiones que presentaba. No solo sobrevivió sino que se recuperó de todas ellas.
Durante la Segunda Guerra Mundial participó en la gestión de su empresa dirigiéndola en actividades militares, inspeccionó equipos y operaciones, y realizó misiones oficiales ofreciendo su experiencia en operaciones de gran importancia. En octubre de 1942, debiendo entregar un mensaje secreto a MacArthur en el Pacífico, un error de navegación hizo que se desviara su avión obligando a amerizar en un lugar controlado por los japoneses.
Durante 22 días, él y su tripulación, permanecieron a la deriva en una balsa alimentándose con una gaviota y bebiendo el agua de la lluvia. Una vez más, tras dos semanas de infructuosa búsqueda, le dieron por muerto, pero gracias a la presión que ejerció su esposa para que continuaran con la búsqueda pudieron rescatar una semana después a los supervivientes. Todos coincidieron en que si estaban vivos era gracias al liderazgo y aliento de Rickenbacker.
A pesar de sufrir una experiencia así, continuó con sus misiones militares: en la Unión Soviética, Sudamérica, África, China, India… supervisando y obteniendo información militar vital para el conflicto. Terminada la guerra su compañía aérea se convertiría en una de las más importantes de los EE.UU. hasta que se retiró en 1963 con 73 años, falleciendo ese mismo año de un accidente cerebrovascular.
Rickenbacker, burló a la muerte en numerosas ocasiones: carros incontrolados, accidentes de coche, naufragios, batallas aéreas… y son incontables las condecoraciones, premios y honores que ha recibido a lo largo de su vida, pero aunque en nuestros días pocos le reconocen era justo hablar de él porque… "los hay que nacen con estrella"..
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