Tal día como hoy 19 de agosto de 1847,en las afueras de la ciudad de México, en Padierna, se inicia al amanecer de este día, la batalla de Padierna -también conocida como batalla de Contreras-, combate de la Guerra Mexicano-estadounidense, que tuvo lugar de 1846 a 1848, batalla que finalizará al día siguiente con la derrota mexicana y la victoria de las tropas estadounidenses.
La batalla tiene lugar entre una fuerza estadounidense compuesta de 4.500 hombres, bajo las órdenes del general Winfield Scott -que considera este enfrentamiento como el inicio de la campaña final de la guerra- y una fuerza mexicana de 7.000 hombres, que constituyen el flanco derecho del Ejército del general Antonio López de Santa Anna.
Las tropas mexicanas ocupan y fortifican una plaza fuerte en las montañas, bloqueando la carretera que iba a Ciudad de México.
Cuando los estadounidenses atacaron, a la maltrecha División del Norte, con tres divisiones, El general Valencia no creyó posible un ataque por el Pedregal y no respondió con la rapidez y pericia necesarias, aunado al hecho de que las municiones mexicanas habían sido inutilizadas, por la lluvia pertinaz de la noche anterior.
Santa Anna, aunque la derrota era ya inminente, se quedó observando la batalla desde San Ángel sin brindar ningún apoyo a las tropas empeñadas en combate. El general Valencia, logró escapar del cerco por el camino de Toluca y no se reunió con el resto del ejército tras ser advertido por una persona, de que Santa Anna pensaba fusilarlo por desobedecerlo.
Más tarde regresaría a la capital y murió defendiendo el Palacio Nacional al dar una carga a la bayoneta junto a 50 soldados más, que también fueron acribillados.
Las perdidas fueron 700 muertos, 1224 heridos y 843 capturados. También se perdieron 22 piezas de artillería, la mitad de gran calibre y un gran depósito de pólvora y balas de cañón. Esta misma artillería sería utilizada por los norteamericanos, contra las posiciones mexicanas en Molino del Rey y Chapultepec.
Durante horas, lucharán con gran tenacidad y arrojo, pero al día siguiente, al ser atacados a plena luz, por el frente y por la retaguardia al mismo tiempo, los mexicanos huirán de forma desordenada.
Al final, las bajas mexicanas se aproximarán a las 1.500, entre muertos, heridos y prisioneros, mientras que las bajas estadounidenses, no llegarán a los 70 hombres, entre muertos y heridos.
La derrota mexicana, permitió el avance de las tropas de los Estados Unidos, y la eventual toma de la Ciudad de México, en septiembre de ese 1847.
La penalización, que los angloamericanos impusieron a México, mediante el Tratado Guadalupe-Hidalgo, se resume en la pérdida de más de la mitad de su territorio nacional.
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