Tal día como hoy 6 de febrero de 1818, sube al trono de Suecia el mariscal francés Jean Baptiste Bernadotte, con el nombre de Carlos XIV.
Bernadotte fue militar del Imperio napoleónico, que por sus evidentes méritos militares tuvo un rápido ascenso, manteniéndose siempre cerca de Napoleón, aunque se negó a apoyarle en los preparativos del golpe de estado de 18 de Brumario, en noviembre de 1799.
Napoleón le nombró mariscal de Francia y en la batalla de Wagram contra Austria y el 6 de julio de 1809, lideró el contingente Sajón, atribuyéndose la victoria principalmente al valor de estas tropas.
En 1810, a punto de tomar posesión del cargo de gobernador de Roma e inesperadamente, fue elegido heredero del trono de Suecia, en parte porque Bernadotte era muy popular en aquel país, debido a la caballerosidad con la que había tratado a los prisioneros suecos durante la guerra.
El 2 de noviembre de 1810, hizo su entrada solemne en Estocolmo y el nuevo príncipe fue pronto popular y querido, convirtiéndose desde su llegada en el hombre más poderoso de Suecia.
Tras la muerte sin sucesión del monarca sueco Carlos XIII, en febrero de 1818 accedió al trono con el nombre de Carlos XIV Juan, entre el fervor de sus súbditos - tanto suecos como noruegos - que estaban orgullosos de su monarca y de la buena reputación que éste disfrutaba en Europa.
Bernadotte murió en Estocolmo el 8 de marzo de 1844 y la mayor parte de su reinado fue un largo periodo de paz ininterrumpida, y de desarrollo material en ambos reinos.
No deja de ser curioso el hecho de que fue un republicano convencido, luchando contra la monarquía francesa durante la revolución, así como que los actuales reyes de Suecia, desciendan de un francés de ideas republicanas.
Tras su muerte, se le descubrió en un brazo un tatuaje que decía “Mort aux rois” -Muerte a los reyes-, sin duda grabado durante su juventud, mientras en su país caían las cabezas de cualquier persona relacionada con la monarquía.
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