lunes, 11 de febrero de 2019

La efímera vida de la primera República Española

Tal día como hoy 11 de febrero de 1873, comenzó en España la I República, tras la renuncia al trono de Amadeo de Saboya, quien fue sustituido al frente del país por el presidente Estanislao Figueras, régimen político que motivó la restauración de la monarquía borbónica.

Veintidós meses duró la I República española. Desde el lunes 11 de febrero cuando el diario “La correspondencia de España” dio la noticia de que el rey había abdicado e inmediatamente los federales madrileños se agolparon en las calles pidiendo la proclamación de la República.

La abdicación del rey Amadeo I de Saboya, estuvo motivada por las dificultades a las que tuvo que enfrentarse durante su corto reinado, de apenas de dos años, como la guerra de Cuba, el inicio de la Tercera Guerra Carlista o la oposición de los monárquicos “alfonsinos”, que aspiraban a la restauración borbónica en la figura de Alfonso de Borbón, exiliado desde 1868.

El primer gobierno de la República tuvo que afrontar una situación económica, social y política muy difícil, aunque el problema más urgente que tuvo que atender fue restablecer el orden político en España.

La primera sesión de las Cortes Constituyentes se abrió bajo la presidencia del veterano republicano José María Orense, siendo Estanislao Figueras elegido el primer presidente del Poder Ejecutivo por la Asamblea Nacional.

Entre el 10 y el 13 de mayo de 1873 se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes y el sufragio universal se aplicó, por primera vez, a todos los varones mayores de 21 años, ampliando todavía más el electorado, aunque el abstencionismo siguió su carrera al alza, que alcanzó el 60 por ciento del total del censo electoral.

De esta manera, la indiscutible victoria de los republicanos, con el 90 por ciento de los votos, resultaba engañosa, ya que a la indiferencia o cansancio de buena parte del electorado se unía la política de retraimiento ordenada por todos los partidos de la oposición, y solo a título individual, algunas personalidades de estas tendencias políticas ocuparon escaño como diputados.

Pero la realidad es que los republicanos se habían quedado solos, lo que suponía, de un lado, que los otros partidos cuestionaran la legitimidad del nuevo régimen y, de otro, que la soledad hiciera más visibles las tensiones latentes en el seno del republicanismo español.

Tras la caída de este primer gobierno, Pi y Margall presentó un proyecto de gobierno ante las Cortes que se basaba en la necesidad de acabar con la guerra carlista, la separación de la Iglesia y el Estado, la abolición de la esclavitud y las reformas en favor de las mujeres y los niños trabajadores.

En este clima, el  29 de diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos se “pronunció” en Sagunto a favor de la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II.

Martínez Campos telegrafió al presidente del gobierno Sagasta y al ministro de la Guerra, quienes a su vez se comunicaron por telégrafo con el presidente del Poder Ejecutivo de la República, el general Serrano, que se encontraba en el Norte combatiendo contra los carlistas.

Serrano les ordenó no resistir y el gobierno aceptó sin protestar y no ofreció resistencia cuando se presentó en la sede del gobierno el capitán general de Madrid Primo de Rivera, implicado en el pronunciamiento, y les ordenó disolverse.

El 31 de diciembre de 1874 se formó el llamado Ministerio-Regencia presidido por Cánovas del Castillo, a la espera de que el príncipe Alfonso regresara a España desde Inglaterra para convertirse en el rey Alfonso XII.

Había terminado la corta vida de la Primera República Española.

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