Tal día como hoy 9 de noviembre de 1863 en República Dominicana, el comandante del ejército español Valeriano Weyler, al mando de una tropa de 150 soldados, pierde la posición del río Jaina tras tres días de lucha contra 500 milicianos independentistas. Se retira sin abandonar muertos, heridos ni material. Por dicha acción se le concederá la Cruz Laureada de San Fernando.
Valeriano Weyler y Nicolau cursó estudios castrenses en la Academia de Infantería de Toledo, obteniendo la graduación de teniente a los veinte años después de haber vivido en el Real Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago de Granada.
Diplomado en Estado Mayor, fue ascendido a comandante con tan solo 24 años. Dos años más tarde pidió el traslado a Cuba, donde participó en la campaña de Santo Domingo, que le mereció la Laureada de San Fernando por sus muchos méritos. En 1868, ya con el rango de coronel, volvió a Cuba para dirigir el Batallón de Cazadores de Valmaseda.
Con la proclamación de la Primera República, Weyler luchó contra los carlistas. Derrotó a Santés en diciembre de 1873, lo que le valió el ascenso a mariscal de campo. Durante la Restauración, su ascensión prosiguió, fue nombrado teniente general y se le adjudicó la Capitanía General de Canarias, que ocupó durante el período comprendido, entre 1878 y 1883.
Años más tarde, en 1888, dirigió la Capitanía General de Filipinas, hasta 1893. A su vuelta a España, sirvió en Cataluña, tratando de sofocar los numerosos atentados anarquistas, que se producían en Barcelona.
Tras el estallido de la guerra de independencia cubana en 1895, el capitán general de la isla, el general Martínez Campos, propuso a Cánovas del Castillo que nombrara a Weyler como su sustituto para mandar las tropas allí destacadas. Valeriano Weyler llegó a Cuba en 1896.
En los planes de Weyler estaba acabar con la insurrección en dos años. Su primer objetivo en la isla era aislar al rebelde Maceo, al que consideraba el más peligroso para los intereses españoles al tener este líder cubano el apoyo de los negros. De esta manera, construyó una línea de fortines o “trochas» que atravesaba la isla de norte a sur.
Su mayor éxito fue la muerte en una escaramuza de Antonio Maceo, pero, a pesar de estos reveses, los “mambises» cubanos siguieron siendo particularmente fuertes en el centro y el oriente de la isla, donde las largas campañas de verano diezmaron las fuerzas españolas debido a las enfermedades y a las tácticas guerrilleras del general Máximo Gómez Baéz, jefe militar máximo de los independentistas.
Weyler ordenó también el encierro forzoso a la población rural del occidente cubano en campos de reconcentración, hecho conocido en la historia como la “Reconcentración de Weyler». El plan de Weyler, al alejar a los campesinos de sus tierras, tuvo como consecuencia directa la pérdida de las cosechas, provocando una hambruna generalizada, que, unida a las enfermedades provocadas por las pésimas condiciones de salubridad en los campos, terminaron diezmando a la población.
La situación se complicó a medida que avanzaba la guerra. Los sufrimientos y calamidades aumentaban por la irregular forma de vida en barracones, almacenes o refugios abandonados, durmiendo en patios o a la intemperie, en condiciones higiénicas deplorables, y sin acceso suficiente a alimentos. Es difícil determinar con certeza la cantidad de personas reagrupadas como consecuencia de las órdenes dictadas por Weyler. Se estima que, en diciembre de 1896, unos cuatrocientos mil cubanos no combatientes se catalogaban como reconcentrados en lugares escogidos o no con ese objetivo.
Las fuentes más conservadoras establecen la cifra en algo más de 300.000. Aún antes de terminada la guerra cubana, los muertos caídos en el campo de batalla, por las enfermedades y la reconcentración decretada por Weyler, ascendían aproximadamente a la tercera parte de la población rural de Cuba.
Weyler fue sustituido, en octubre de 1897 por el general Blanco, cuando Sagasta se convirtió en presidente del gobierno, en sustitución del asesinado Cánovas. Sagasta prometió, la concesión de la autonomía a los cubanos. Pero el mal ya estaba hecho, y la prensa norteamericana reclamaron a gritos la intervención norteamericana en Cuba, presuntamente para acabar con la "matanza de civiles", aunque en verdad solo pretendían apoderarse de la Isla, ignorando la lucha de los independentistas cubanos.
A partir de esos momentos desempeñó diversos puestos en la estructura militar en España; fue nombrado ministro de Guerra. En 1905, ya en posesión de dicho cargo, no obedeció las órdenes del gobierno, ante los continuos ataques que estaba sufriendo el ejército por los numerosos escándalos de corrupción. Los oficiales no estuvieron tranquilos hasta que el rey les garantizó que defendería sus intereses.
En 1909 fue el general que estuvo al mando de la represión llevada a cabo en Barcelona conocida como la Semana Trágica. El 23 de enero de 1910 fue ascendido al rango de Capitán General.En 1916 se hizo cargo de la Jefatura del estado Mayor Central del Ejército, pero en 1925, con la dictadura de Primo de Rivera, y por su abierta oposición a éste y a su régimen, dimitió de su cargo e incluso tomó parte activa en la sanjuanada, que trató de derrocar al dictador.
El general Valeriano Weyler, está considerado, uno de los mejores estrategas militares de la historia de España. Su misma concepción de la estrategia como campo específico, unido a sus originales aportaciones en esta materia, le sitúan a la altura de los grandes tratadistas militares de la historia.
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