Tal día como hoy 1 de noviembre de 928, el emir de Córdoba Abderramán III,funda la ceca de Córdoba para la acuñación de monedas de oro, que llevaban sin emitirse en la península ibérica desde el 744.
El sistema de la moneda andalusí, se basó en el dírham de plata y el dinar de oro, de valor inicial de diez dírhams, en algún momento fue de un peso teórico de 2,97 y 4,25 gramos respectivamente. Como moneda de cobre se usaba el felús, aunque en este tipo de moneda, hay un gran vacío cronológico, entre el comienzo del califato -siglo X- y el de la dinastía nazarí -siglo XIII-, con características formales muy diferentes. Como monedas de cuenta, se utilizaban el metical para el oro y el dirhem qasimí para la plata.
Al fijarse la equivalencia de 17 dirhemes por cada dinar quedó establecida la relación oro a plata, aproximadamente en 1/10, la cual era, y es, bastante correcta según las disponibilidades del mercado. Una gran parte de las piezas que circulaban, no procedían de cecas españolas.
La acuñación de moneda fue en gran parte cuestión de prestigio y en parte medida de saneamiento para impedir la escasez de moneda en el mercado. Las piezas se pesaban, de modo que se trataba en realidad de una prestigiosa circulación, con nombre del Califa en el reverso -Abd al-Rahman III hizo acuñar dos mil piezas- y una leyenda piadosa en el anverso, pero que en cuanto a módulo de cambio, desempeñaba el mismo papel que un lingote de oro o una pepita.
La mayor parte de los pagos, se hacían en plata. El oro es un bien atesorable, más que moneda. Pero para asegurar estos pagos, se manejaba siempre el concepto del llamado dirhem qasimí, que era el del peso teórico de 2,71; se tomaba la moneda, y se la pesaba, a fin de ajustar su valor real al teórico. Doce dirhemes qasimíes, equivalia al besante bizantino.
Su deterioro, comenzó ya en la época de Almanzor. La plata fue quebrada... y su ley disminuyó tan rápidamente, que al llegar la época de los taifas, no encontramos sino piezas deleznables. Los almorávides fracasaron en sus esfuerzos para salvar el dinar, porque carecían, de las reservas necesarias. En el siglo XII los almohades se decidirán a una reforma a fondo, que significaba la desvalorización radical del dinar, que pasó a 2,36 gramos, mientras que el dirhem quedaba en 1,50 gramos.
El área de difusión de la moneda islámica, excedía en mucho al de la autoridad del Califa de Córdoba; los países cristianos de la Península, empleaban, por lo menos desde el siglo X, cantidades muy considerables, de numerario omeya, aunque ni el califato de Córdoba ni el reino de León, tenían nada que se pareciese, a lo que hoy llamamos, sistema monetario.
La moneda se usaba como una mercancía de trueque, la más objetiva, universalmente aceptada y cómoda de transportar, habida cuenta de la baratura de los precios, a causa de su escasez. Al desintegrarse el califato, se produjo el desbordamiento de monedas musulmanas, sobre el territorio cristiano.
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