sábado, 1 de marzo de 2025

Historia y leyenda de Don Rodrigo, el último Rey de la España visigoda

Tal día como hoy, 2 de marzo del 710, Don Rodrigo era ungido como monarca de la España visigoda tras la muerte de Witiza.

Don Rodrigo era el duque de la Bética, la actual Andalucía, aunque sus verdaderos orígenes se desconocen. Tras la muerte del Rey Witiza en el 720, Don Rodrigo encabezó una revuelta nobiliaria que se oponía a que Ágila II, el hijo y sucesor del monarca ya fallecido subiese al trono.

Ágila II fue apartado de la Corona, por una asamblea que eligió a Don Rodrigo como Rey de los visigodos. Don Rodrigo fue nombrado monarca el 2 de marzo del 710, sin embargo, poco duraría en el poder.

La descomposición del Reino visigodo ya era una realidad. Las tensiones internas entre facciones rivales, estaban a la orden del día y Don Rodrigo tuvo que hacer frente a todas estas luchas internas, especialmente en el norte del Reino, con los vascones.

Por si fuera poco, un nuevo enemigo llamaba a las puertas, los árabes del norte de África que, bajo el mando de Musa ibn Nusair, aprovecharon las luchas internas de los visigodos, para entrar en la Península Ibérica con la ayuda del gobernador de Ceuta, el conde vitizano Don Julián.

Las fuerzas de Don Rodrigo rechazaron una pequeña expedición árabe, capitaneada por Tarif, que pasó el estrecho de Gibraltar en el 710, pero más tarde, en el 711 sucumbió a una expedición mayor, que Tariq ben Ziyad lideró en el 711.

Don Rodrigo falleció en la batalla de Guadalete. Con la muerte del último Rey de los visigodos, se inició la conquista musulmana de la Península Ibérica, conquista que unos mermados visigodos liderados por Ágila II, no pudieron detener.

El último enigma de don Rodrigo fue su muerte. Solo existe una verdad aceptada: la que explica que, una vez que los invasores musulmanes y sus aliados, los witizanos, se proclamaron vencedores, de la batalla de Guadalate tras varias jornadas de lucha, hallaron el caballo del monarca, cubierto de flechas, pero no su cadáver.

A partir de este punto, las versiones son tantas como autores han investigado el suceso a lo largo de la historia. Las crónicas islámicas, coinciden en que los restos del monarca desaparecieron, aunque sostienen que no se dejó la vida en el combate, sino que lo hizo tras dar media vuelta a su jamelgo y hundirse en un riachuelo cercano, que intentaba cruzar.

Así lo explica un texto de época, de autor desconocido, replicado en la obra 'Colección de tradiciones: crónica anónima del siglo XI', publicada en 1867: "Rodrigo desapareció, sin que se supiese lo que le había acontecido, pues los musulmanes encontraron solamente su caballo blanco, con su silla de oro, guarnecida de rubíes y esmeraldas, y un manto tejido de oro y bordado de perlas y rubíes". 

"El caballo había caído en un lodazal, y el cristiano que había caído con él, al sacar el pie, se había dejado un botín en el lodo. Solo Dios sabe lo que pasó, pues no se tuvo noticias de él, ni se le encontró vivo ni muerto".

En todo caso, a día de hoy, existen otras tantas versiones diferentes sobre lo que aconteció al desgraciado don Rodrigo, tras la mítica contienda. La primera arriba de la mano de la 'Crónica mozárabe de 754', calificada por los expertos como la principal fuente latina, para el conocimiento del reino visigodo y la conquista musulmana de la Península.

Este texto, después de explicar la derrota del ejército defensor en la batalla del río Guadalete, afirma que el monarca falleció en la contienda: "El rey murió en esta batalla, huyendo todo el ejército de los godos que, movidos por la ambición del reino, envidiosa y fraudulentamente habían venido con él. De este modo perdió desgraciadamente el trono y la patria".

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