Tal día como hoy 27 de diciembre de 1512, se promulgan las Reales Ordenanzas para el buen regimiento y tratamiento de los indios, más conocidas como “Leyes de Burgos”.
Se trataba de una serie de normas dictadas para el gobierno de los indios con una mayor justicia, debido a que en el Nuevo Mundo, el derecho común castellano no podía aplicarse.
La chispa que hizo explotar el asunto, fue un sermón de adviento de un dominico en Santo Domingo, en el que acusó a los colonos españoles de maltratar a los nativos y les negó la confesión.
Esto provocó la condena del superior de los dominicos, sus propios compañeros y el rey Fernando, que ordenó que el fraile fuera conducido a España para ser castigado por cuestionar las órdenes reales.
La consecuencia inmediata fue la convocatoria de la “Junta de Burgos”, que dio como resultado estas leyes y se caracterizó por dos planteamientos enfrentados; los que sostenían que los paganos podían ser sometidos a la fuerza, pues el pecado original les hizo perder sus derechos y los que pensaban que este pecado no invalidaba los derechos del hombre.
Esa controversia inicial se resolvió con un compromiso recogido en las Leyes de Burgos, que mantenían el trabajo forzoso de los indios, aunque humanizándolo algo.
Se prohibió terminantemente la aplicación de todo castigo a los indios por los encomenderos, se ordenó la catequesis de estos y se condenó la bigamia que era normal entre ellos, mientras se respetaba - en cierto modo - la autoridad de los caciques, eximiéndoles de los trabajos y dándoles indios como servidores.
El incumplimiento de las leyes en una multitud de casos, originó numerosas reclamaciones y protestas, sin que este problema quedase nunca realmente resuelto.
América estaba muy lejos y las órdenes reales eran interpretadas de mil formas distintas, al llegar a su destino.
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