Tal día como hoy 4 de diciembre de 1945, nace en la Gavia, en la vega de Álora – Málaga - en el seno de una humilde familia campesina, este que os escribe .
Las expectativas de vida de un niño de campo, a final de los años cincuenta del pasado siglo en Andalucía, eran muy escasas. Ir al colegio, además de haber pocos en el medio rural, era considerado por muchos padres una actividad inútil, ya que le sustraía mano de obra para las labores del campo y, por eso, en cuanto sabían - con dificultad - leer y escribir y las “cuatro reglas”, los progenitores les sacaban del colegio, porque hacían mucha más falta en casa.
De esta forma, cuando llegaba el momento de hacer “la mili”, el joven veía mundo por primera vez y luego volvía a lo único que sabía hacer, trabajar en el campo – casi siempre de jornalero – en una actividad que cada día tenía menos futuro, porque la tecnología sustituía con ventaja a la mano de obra humana.
La emigración a la ciudad, era el único escape posible a esta situación, pero con tan escaso bagaje cultural, en ella quedaban relegados a trabajos de peón de albañil, jardinero u otros de la misma entidad.
Había cerca de casa una escuela, de las pocas que en el campo entonces había, en donde empecé a ir en cuanto tuve la edad de hacerlo.
Mis padres, siempre entendieron, que la escuela no podía ser abandonada y, por eso, nunca falté a clase y combinado esto con encontrar el ser mas maravilloso que imaginarse pudiera, en forma de maestra – mi inolvidable Doña Remedios – hizo que me interesase en el aprendizaje y un día, mi querida preceptora, efectuó una visita a mis padres para decirles, que “sería una pena” que su hijo no estudiase, ya que ella le veía cualidades para ello.
Nunca olvidaré, la tarde de verano que mi padre, durante la comida dio la noticia, que fue acogida con alegría por mis hermanos, pese al enorme sacrificio económico que para la familia significaba. En septiembre hice el examen de ingreso y poco después inicie el bachillerato en el único instituto de Málaga entonces, viviendo como “okupa” en casa de una hermana de mi madre, también de escasos posibles.
Los primeros años fueron duros. Me sentía extraño en la ciudad y añoraba – a veces con lágrimas – mi vida en el campo, pero a partir del tercer curso, empecé a tener amigos, formamos una pandilla - de las de entonces- y descubrí que en el mundo había chicas... Fue la época dorada. Los estudios se me daban bien, tenía éxito con el sexo opuesto...Pero al acabar Preuniversitario, recibí la fatal noticia.
Mi padre, con la tranquilidad que da el que ha hecho todo lo que puede, me dijo que ir a la Universidad de Granada era imposible, porque el gasto era excesivo. Todo mi mundo se vino abajo de golpe: los proyectos, los amigos que se fueron al empezar el curso, otros que iniciaron trabajos y la más profunda desolación se apoderó de mi.
Desmoralizado, empecé la única carrera que en Málaga podía cursar, la de Magisterio, y cuando ya estaba dando clases como interino, un día por la calle se cambió de nuevo el curso de mi vida.
Me encontré, por casualidad, un condiscípulo de bachillerato que, me habló de las oposiciones a inspector de la “policía secreta”, como era vulgarmente conocido el Cuerpo General de Policía. Al principio intenté combinar ambas cosas, pero eso era imposible. La oposición no era un examen, era una lucha a muerte entre muchos, por muy pocas plazas y hube de dejar las clases como maestro y encerrarme en casa saliendo solo, para asistir a las sesiones de preparación de ella.
Llegó un momento, en que me despertaba de noche recitando derecho como si estuviese poseído, pero al final obtuve una plaza de 130 entre más de ocho mil aspirantes. El fantasma del arado parecía alejarse de mi cada día más...
Luego, llegó el curso de un año en Madrid, en una misera pensión, pero el objetivo parecía cada vez mas cerca y a su final, obtuve el diploma de aptitud, que significaba otro cambio radical en mi vida.
Carecía absolutamente de vocación, para una profesión que había de ser vocacional pero, con mi mejor voluntad, acepté el destino de Barcelona – al otro lado del mundo para mi - y con poco más de veinte años llegué a una ciudad en donde todo me era extraño.
Luego llegó - por fin - la ansiada Universidad. Mi primera licenciatura fue Historia, carrera que en pocas ocasiones ejercí, pero que me dio mas satisfacciones que ninguna. Después llegaron los ascensos por oposición, hasta que casi al final de mi vida profesional, alcancé la más alta categoría a que se podía aspirar.
En el camino, surgió un experto en Extranjería y llegó también la segunda licenciatura - Ciencias Policiales - y luego, un Máster en Criminología, pero sobre todo, se forjó un docente en estas materias, lo que nunca en mi infancia ni juventud pensé hacer.
La universidad, la Escuela Judicial, los colegios profesiones... todos esos lugares los pisaba ahora como profesor, en una materia en que algunos decían era “el mayor experto del país”. Exageraban, pero nadie podía imaginar que ese “experto”, había sido, en su infancia, un niño de campo, cuidando cerdos, vacas, cabras, recogiendo aceitunas y haciendo las labores que entonces se hacían. Solo yo, al verme ante auditorios tan selectos que escuchaban atentamente, no podía olvidarlo.
El mismo día de mi retiro, me matriculé en otra carrera, la de Derecho, a la que toda mi vida estuve vinculado. Solo por satisfacción personal, pues no me veo ante un tribunal defendiendo a nadie como letrado.
La vida pasa muy deprisa y hoy mis nietos no pueden entender como era mi infancia y, cuando se lo digo, creen estar oyendo un cuento. Yo mismo, cuando cada verano visito los lugares en donde transcurrió mi niñez, me parece mentira y, aún veo a algunos de mis antiguos compañeros de escuela - la mayoría jubilados - en el campo o la ciudad, en donde trabajaron en las más diversas profesiones.
Sin embargo, he de reconocer que fui un niño atípico, porque pude estudiar al contar con unos padres y una familia, que me apoyó sin fisuras, mientras ellos continuaban en el campo. Jamás, por mucho que se lo agradezca, podré pagarles eso.
Cuando ahora miro atrás, me doy cuenta de que en la vida, se entrecruzan caminos, oportunidades y personas, que, en un momento, pueden cambiar tu peripecia vital para siempre. Sin duda creo que fui, por todas estas cosas, un privilegiado también en eso.
Hoy, el campo es otra cosa. Está mecanizado, higienizado, pero sigue dependiendo - como decía mi padre - de que llueva, o no llueva, que haga calor o hiele, que los arboles enfermen, o que el fruto tenga salida en el mercado, aunque, por lo general, no compense nunca el esfuerzo realizado.
Cuando en la vida se hace balance, se piensa solo en las oportunidades perdidas, pero debemos hacerlo más en las ganadas. En las que hicieron posible, que en lugar de ser un jornalero pobre, me encuentre ahora dando clase a universitarios, que jamás conocieron eso, que nunca supieron que es levantarse a las cinco de la mañana, para cuidar vacas o que el calzado de invierno, muchas veces, fuesen solo una sandalias de goma, con calcetines gruesos.
Eso es lo que te hace, bendecir el hecho, de que tu diáspora acabase como acabó.
Mientras expongo en clase, como son las fronteras de la Unión Europea o las características jurídicas del Tratado de Schengen, a veces mi mente, no puede dejar de pensar en estas cosas...
Amigo Jose Maria,tenemos una infancia paralela.Yo sali del pueblo a Granada iniciando la FP, entonces Artes y Oficios.Luego Ingenieria Tecnica Industrial.Mas tarde iniciaria Psicologia en las dependencias Universitarias de RTarragona.Hoy las asignaturas superadas, estan convalidadas por la UNED que espero conuar solo por satisfacion personal.
ResponderEliminarSin duda don Jose MARIA, quizá sin buscarlo, es usted una inspiración para los que, como yo, decidimos salir del pueblo en busca de un futuro que allí se nos tenía lleno de nubarrones, también hice historia por satisfacción personal combinándolo con la "garita",y también a día de hoy ejerzo algo que no hubiese imaginado cuando era un adolescente, el mundo de la aeronáutica, quien iba decir que, con vértigo, con miedo a montarme en moto, acabara relacionado con naves que viajan a la velocidad del sonido y tan altos que ven la curvatura de la tierra . También mi familia hizo sacrificios para plantar esas semillas, y ahora que mis horizontes profesionales próximos abarcan mundos tan exóticos para un perote de la plaza baja como la geopolítica, energía, inteligencia y diplomacia, es cuando más agradezco pasar una mañana como hoy viendo el hacho tormentoso disfrutando de la familia antes de volver a la jungla barcelonesa donde tocará volver a remangarse y luchar solo contra el destino, como llevo haciendo desde los 21 que me fui de casa para construirlo.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso y cuenta con mi admiración sincera como referente.
Felicidades Jose Maria p0r tu tenacidad y no digamos tu inteligencia nata.Ya desde pequeño veias que tu mundo no era el del campo.Tu fuerza de voluntad en los estudios,es de admirar.Te felicito ,tiene mucho mérito lo que has conseguido.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos amigos por vuestras palabras, que no podré olvidar.
ResponderEliminarUna vez leído el relato el que me ha refrescado la memoria de mis años también de campesino, hasta mí marcha no voluntaria a la Infantería de Marina dos años menos cuatro días.
ResponderEliminarLa diferencia mía es, que jamás pude existir a colegio hasta la edad de 68 años -clases de adultos-, no por eso, pude aprender a leer, escribir y las cuatro reglas, como se solía decir. Todo ello a través de un maestro que solía dar clases por los cortijos de campo.
Al licenciarme en Mallorca, me quedé en Barcelona, lugar donde hoy en día sigo estando en un pueblo Polinyà, junto a Sabadell.
Recibe mis felicitaciones y un saludo.
Antes que nada, ¡Feliz cumpleaño!s, estimado José María por esos 74 años los mismos que también yo voy a cumplir dentro de 30 días. Somos la generación que estaba destinada a seguir los pasos de los mayores, generaciones y generaciones agarrados a la mancera del arado. En mi caso fue algo tan triste como la muerte de mi madre lo que hizo que "al niño" le buscasen un internado barato, casi gratis. Con tantas sombras, o más, que luces estuve seis años bajo la disciplina de unos curas de los de entonces. Aquellos para los que el único mandamiento de la ley de Dios era "No te tocarás el pito". Lo demás, la soberbia, la envidia, incluso la gula no eran pecados.
ResponderEliminarSobreviví a todo ello, intentos de agresión sexual incluidos, y como tú empecé por Magisterio que estudié "por libre", asistiendo solo a los exámenes. Sí gané oposiciones y luego, recién casado empecé la licenciatura que cambió mi vida. Años de medicina pública y años de privada. Hoy solo soy un jubilado que procura disfrutar solo de cosas sencillas.
Un abrazo y que celebremos estos cumples muchos años más con salud y alegría de vivir.
Muchas gracias amigo por hacernos partícipes de tu peripecia vital y por la felicitación en mi cumpleaños. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarMuchas felicidades amigo, por cumplir años, que sean muchísimos más. Y felicidades también por saber llenar esos años de vida. Un abrazo perote.
ResponderEliminarJosé María, FELICIDADES desde territorio marocho. Precioso relato como los de nuestro otro José María.
ResponderEliminarEs el terreno de Alora criaba gente muy buenas ,y cuando tuvimos edad salimos al Mundo ,y hoy recordamos
ResponderEliminarCuantos años que se fue al Mundo José María abrazos y felicidades
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