Tal día como hoy, un 22 de Agosto del año 1642, dio comienzo la Guerra Civil Inglesa. Una terrible contienda que se originó por una acusación de traición por parte del Rey Carlos I a los miembros del Parlamento. Esta serie de conflictos duró alrededor de nueve años, con un desenlace trágico tras la victoria de los parlamentarios: la ejecución del monarca.
Tras la guerra de los 30 años -1618-1638-, la monarquía inglesa se dio cuenta de cuál era el máximo oponente ante su poder absoluto, el Parlamento.
Carlos I se casaría antes de ascender al trono con Enriqueta María de Francia. Esto no hizo demasiada gracia al Parlamento, pues temía que a causa del enlace con la noble católica se levantaran las restricciones a los católicos, y el Protestantismo, religión oficial, se viera en peligro.
La presión por parte del Parlamento fue tal, que el monarca se vio obligado a prometer que su boda no afectaría en absoluto en temas religiosos. Este fue sólo el inicio de una relación realmente tormentosa.
Cuando Carlos I se coronó como rey, comenzaría a mostrar su preocupación por temas como la política exterior. En este punto, el monarca quiso, en un momento dado, apoyar a Federico V, Elector del Palatino -Región de Alemania-, en su lucha contra Fernando II de Habsburgo. Carlos I quería comenzar a atacar a Fernando II pero el Parlamento decidió restringir el dinero que podría usar para la contienda.
El rey decidió disolver inmediatamente, y por primera vez, el parlamento. Así, en agosto de 1625 dejó a un lado este órgano de decisión y apoyó al 100% al Palatinado. No obstante, el gran fracaso no hizo crecer su buena reputación, y finalmente se vio en la obligación de convocar nuevamente al Parlamento, pues necesitaba mucho más dinero.
Aun así, esa convocatoria no tendría nada que ver con las anteriores. Habría aislado a sus principales opositores, algo que lo único que consiguió fue protestas por parte de varios sectores de la nobleza. Finalmente decidió disolverlo nuevamente.
Los siguientes años se caracterizaron por una tiranía absoluta del monarca. Leyes ilegales con el único fin de conseguir más y más financiación, para contiendas, en su mayoría, estrepitosos fracasos.
Los problemas aumentaron a causa de una rebelión en Escocia, lugar en el que la centralización administrativa e imposición de la uniformidad religiosa del monarca comenzó a levantar ampollas.
Carlos I no tenía financiación suficiente para poder crear un buen ejército que aplacara esta muestra de rebeldía. Así pues, decidió nuevamente convocar el Parlamento.
El Parlamento, viendo la situación desesperada en la que se encontraba el país, obligó a abolir instituciones de la monarquía absoluta, como las Cortes de la Cámara Estrella o el Tribunal Supremo eclesiástico.
Frente a estas decisiones, los irlandeses católicos, se rebelaron contra los ingleses protestantes. Al mismo tiempo surgía el rumor de que Carlos I estaba totalmente a favor de esa iniciativa, por lo que el Parlamento decidió reunir un gran ejército para que terminara con la rebelión. La reacción de Carlos I fue urdir un plan para asesinar a los parlamentarios.
El problema es que los parlamentarios se enteraron de las intenciones del rey, gracias a la indiscreción de la reina. Por tanto antes de que Carlos I pudiera entrar el 4 de enero de 1642 con su guardia personal en la Cámara de los Comunes, estos habían desaparecido.
Ya no había marcha atrás, la guerra civil inglesa había comenzado.
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