Tal día como hoy, el 9 de agosto de
1945, Estados Unidos vuelve a sembrar el terror en Japón tras el
desastre de Hiroshima producido tres días antes. Esta vez lanza la
segunda bomba atómica "Fat Man" contra civiles en Nagasaki dentro del
marco de la Segunda Guerra Mundial.
Han pasado 75 años desde que
el mundo contemplase la capacidad destructiva del hombre hecha
realidad en forma de bombas atómicas. La Segunda Guerra Mundial
supuso, una vez más, la subordinación de la ciencia al servicio de
la guerra y la muerte, buscando provocar el mayor daño al enemigo
para que no pudiera levantarse y devolver el golpe. Los cinco años
de conflicto vieron nacer algunas de las herramientas más temibles
que el mundo había conocido hasta entonces.
Si durante la Gran Guerra las armas
químicas y las ametralladoras supusieron un cambio radical en el
arte de la guerra del que hablaba Sun Tzu y eliminaron lo poco que le
quedaba de arte para dejar únicamente el dolor, la violencia y la
muerte. Un grupo de científicos, muchos de ellos judíos, decidieron
unirse para luchar contra el fascismo y arrebatar la primera posición
en la carrera armamentística a la Alemania de Adolf Hitler. Nacía
así el 'Proyecto Manhattan', y con él las armas de destrucción
masiva y el miedo a la destrucción total.
El 6 y 9 de agosto de 1945, las bombas
'Little Boy' y 'Fat Man', respectivamente, fueron lanzadas sobre
Hiroshima y Nagasaki por orden del Presidente de los Estados Unidos,
Harry S. Truman.
Mataron a miles de personas, en su
mayoría civiles, y sirvieron como elemento disuasorio para que Japón
claudicara y pusiera fin al conflicto. Para algunos, esta decisión
fue un sacrificio tomado con la única intención de reducir pérdidas
humanas y regresar a la paz.
Para otros, una medida desproporcionada
teniendo en cuenta que Alemania e Italia habían sido derrotadas y
que Iosif Stalin se había comprometido a unirse a la lucha en el
Pacífico.
El lanzamiento escondía un mensaje de advertencia para la Unión Soviética, con quien ya había empezado a romper relaciones tras vencer al enemigo común y esto provocaría una carrera armamentística y un aumento de las tensiones entre ambas potencias durante la Guerra Fría.
El lanzamiento escondía un mensaje de advertencia para la Unión Soviética, con quien ya había empezado a romper relaciones tras vencer al enemigo común y esto provocaría una carrera armamentística y un aumento de las tensiones entre ambas potencias durante la Guerra Fría.
Los lanzamientos de las bombas atómicas
cambiaron el mundo y abrieron una puerta a la destrucción absoluta a
un solo botón de distancia.
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